Las recurrentes denuncias sobre manipulaciones espurias en la Obra Social de los Empleados Públicos para favorecer a un sector del negocio de la salud deslegitiman e impregnan de sospechas todas las medidas tendientes a revertir el multimillonario y crónico déficit de la repartición.
Denunciar las corruptelas y favoritismos en la OSEP se ha convertido en un ejercicio tan rutinario como la ausencia de reacción de sus autoridades.
Nadie desmiente, nadie aclara, en un círculo vicioso que ha acabado por naturalizar las anomalías expuestas como un destino indefectible. Disposiciones razonables tendientes a sanear las finanzas del organismo pierden credibilidad y respaldo de este modo debido a la convicción, cada vez más extendida, de que no se ataca un factor específico, esencial en la crisis, que es el direccionamiento de los servicios.
La controversia tiene rasgos shakesperianos. Es apropiada la alusión a Hamlet del título, porque el desplome contiene ingredientes escabrosos relacionados con las peleas intestinas de la corporación de la salud por el botín de los recursos de la obra social más importante de la Provincia. Estas disputas, de las que cada tanto emergen indicios, obedecen menos a la intención de sanear la obra social que a la angurria por posicionarse mejor para la depredación de su presupuesto.
Dentro un sistema viciado del que se beneficia toda la corporación de la salud parecen haberse establecido jerarquías. Crece la percepción de que hay una pelea de redistribución de las ganancias de la OSEP. Dentro un sistema viciado del que se beneficia toda la corporación de la salud parecen haberse establecido jerarquías. Crece la percepción de que hay una pelea de redistribución de las ganancias de la OSEP.
Esto se hace cada vez más evidente y desacredita las denuncias impulsadas desde la propia OSEP porsobrefacturaciones y certificaciones de servicios truchas que complican tanto a profesionales de la salud como a sanatorios y clínicas.
El volumen del desfinanciamiento provocado por las prácticas venales es imposible de mensurar con los datos disponibles, pero resulta inverosímil que hayan podido perpetrarse sin complicidades dentro del organismo.
La misma presunción de que las prestaciones se digitan se extiende a las denuncias planteadas por la obra social. Son importantes sin dudas, pero no pueden sustraerse a las sospechas de que están sesgadas por el favoritismo.
Escollo
Tan poco edificante contexto se transforma en un escollo para las políticas dirigidas a revertir un déficit multimillonario, como la reciente modificación de la base de cálculo para el aporte de los afiliados que el Gobierno instrumentó por decreto.
Se trata de una medida razonable, porque antes se calculaba sobre el salario mínimo, que inflación mediante ha quedado desfasado. Ahora se establece sobre un promedio ponderado de los ingresos de toda la administración pública.
Esto contribuirá a reducir el rojo presupuestario para afrontar mejor el incremento del precio de las prestaciones y fenómenos como el aumento del costo de los medicamentos, cuya incidencia en el gasto general pasó del 30 al 60% en solo dos años.
La necesidad de adecuar los aportes a los ingresos reales de la mayoría de los agentes del Estado en el marco de un aumento desmesurado de los gastos es un problema que afecta a todas las provincias, pero en el caso puntual de Catamarca, la discusión se enrarece por las presunciones de que lo que está en juego no es el equilibrio de las finanzas de la obra social, sino las utilidades de un sistema prebendario.
Como en Dinamarca
La aplicación digital implementada para facilitar los trámites de los usuarios puso al descubierto una estructura de saqueo.
Las causas penales iniciadas por la OSEP a partir de denuncias de los afiliados ofrecieron detalles deliciosos de las maniobras. En términos generales, son cobros de servicios no prestados a través de certificaciones truchas.
Una mujer, por ejemplo, se presentó en una farmacia para comprar una orden de consulta y no se la vendieron porque en el sistema figuraba como internada. En la delegación de OSEP le informaron que llevaba tres días internada en un sanatorio.
Otra no pudo adquirir la orden porque figuraba internada y además registraba dos pedidos de análisis clínicos autorizados que se habían practicado durante el primer semestre de 2023. Cuando se quejó, en el sanatorio le explicaron que habían decidido registrarla como internada para poder cobrar una internación que había tenido cuatro años antes, en 2019, cuando efectivamente se había sometido a una cirugía.
Dentro de este esquema viciado, del que se beneficia toda la corporación de la salud, parecen haberse establecido jerarquías. Crece la percepción de que hay una pelea de redistribución de las ganancias de la obra social. Eso es lo que atufa, como en la Dinamarca de Hamlet.