El odio que trasciende las palabras

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Desde la llegada de La Libertad Avanza al poder, la política argentina atraviesa un proceso peligroso de degradación del discurso público. En este contexto debe inscribirse la instalación de un discurso de odio sistemático, organizado y dirigido contra el colectivo LGTBIQ+, que atraviesa tanto las declaraciones de funcionarios como la militancia digital alineada con el oficialismo.

No se trata solo de palabras. Los ataques coordinados en redes sociales, la difusión de información falsa y la estigmatización de toda forma de diversidad sexual conforman una estrategia política que ha reinstalado la discriminación como si fuese un valor moral. La hostilidad hacia la diferencia no solo destruye el tejido social sino que también tiene consecuencias concretas, como vidas truncadas, derechos arrasados o políticas desmanteladas.

El desmantelamiento de programas de salud sexual, la eliminación o vaciamiento de áreas estatales dedicadas a la promoción de derechos y la pérdida de políticas inclusivas significan un retroceso histórico. Las conquistas que habían permitido mejorar la calidad de vida de miles de personas del colectivo LGTBIQ+ fueron arrasadas bajo la consigna del “ajuste” o del “fin de la ideología de género”. En nombre de la eficiencia fiscal se perpetra una violencia estructural que deja a sectores enteros sin amparo.

La hostilidad hacia la diferencia no solo destruye el tejido social sino que también produce vidas truncadas, derechos arrasados o políticas desmanteladas. La hostilidad hacia la diferencia no solo destruye el tejido social sino que también produce vidas truncadas, derechos arrasados o políticas desmanteladas.

Pero lo más grave es que el odio oficializado no se queda en el terreno de las palabras. Según el último informe del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+, durante el primer semestre de 2025 se registraron 102 crímenes de odio contra personas del colectivo, lo que implica un aumento del 70% en comparación con el mismo período del año anterior. Del total de víctimas, el 70,6% (72 casos) fueron mujeres trans, el 16,7% (17 casos) varones gay cis, y el 6,9% (7 casos) lesbianas. Detrás de cada número hay una historia de exclusión, una vida perdida, una sociedad que mira hacia otro lado.

“Creemos que el aumento en los crímenes de odio en Argentina está directamente relacionado con la profundización y el aumento de los discursos violentos. Las conductas discriminatorias y violentas hacia nuestra comunidad hoy están legitimadas y avaladas desde el gobierno nacional y desde la figura presidencial”, advirtió María Rachid, presidenta de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans.

El dato adquiere aún mayor dramatismo si se considera que la tasa de suicidios entre las personas de la diversidad sexual es considerablemente más alta que el promedio general.

Desmantelar los discursos de odio es una urgencia democrática. No solo porque detrás de ellos se incuban la violencia física y el crimen de odio, su manifestación más extrema, sino porque erosionan los cimientos mismos de la convivencia social. Al mismo tiempo, es imprescindible reconstituir las políticas públicas que protegían a este y a otros sectores vulnerables, víctimas del ajuste libertario.

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