En qué momento empieza el inicio del fin de un Gobierno? Con el diario del lunes, los que llegaron a la cúpula del poder suelen ponerle fecha y hora al instante que cambió para siempre la suerte de una administración.
Marcos Peña diría que ocurrió en abril de 2018, en ese fin de semana de corrida cambiaria en que el macrismo se reunió en Olivos a deliberar correcciones pero al final salió sin ningun cambio real. Alberto Fernández y sus ministros contarían que el quiebre fue el día en que, luego de perder las legislativas del 2021, el entonces mandatario se negó a aceptar las renuncias de los funcionarios K. Esto es sólo por hacer historia reciente. En su libro “Diario de una temporada en el Quinto Piso”, Juan Carlos Torre cuenta la trastienda del día a día del ministerio de Economía de Alfonsín, que comandaba Juan Sourrouile y él secundaba. El 23 de julio de 1988 anotó en su diario: “Crisis de Juan. Según sus propias palabras: ‘Voy a desertar del ministerio’, me dijo a las 11 de la mañana, y se recluyó en su casa. Desde las tres a las siete de la tarde le hago compañía”.
¿Cúal será el momento que eligirán, en un futuro, los hermanos Milei o Santiago Caputo cuando tengan que contar su propia historia? Por ahora es una incógnita. Ni siquiera se sabe si La Libertad Avanza tendrá más de un mandato, y hay varios en el círculo rojo que, en estas horas calientes, se animan a especular que ni siquiera eso. Sin embargo, hay algo cierto: si efectivamente lo que transcurrió en los días previos y posteriores a la derrota electoral de los violetas en Buenos Aires fue un punto de inflexión, hay anécdotas de sobra que pintan el dramatismo del momento.
Gritos y empujones entre Sebastián Pareja y “el Mago de Kremlin”. Forcejeos entre el asesor y “Lule” Menem. Guillermo Francos, resignado, que elabora una excusa para no ir al búnker el día de la elección. El shock del primer anillo del oficialismo al ver hasta dónde llega el control de la menor de los Milei sobre su hermano. Insultos subidos de tono en las redes entre sus principales espadas mediáticas. El Gobierno entró en un espiral del cual puede ser difícil salir. Es una franca implosión.
Trastienda. El domingo 7 a la noche, luego de que se conociera la diferencia de 14 puntos del peronismo sobre los libertarios, había una enorme preocupación en el Gobierno. Una sensación que casi rayaba con el pánico. Sin embargo, el grueso del oficialismo se aferraba a una sola esperanza: la idea de que tamaño palazo iba a servir para realizar un profundo cambio en el armado y el Gabinete, algo que todos los actores involucrados venían reclamando desde hace tiempo, cada vez con menos paciencia. Todos menos, claro, los apuntados, Karina Milei y su tropa.
En aquellas últimas horas del domingo alumbraba una noticia. Una que era compartida no solo por el grueso del periodismo sino también por el oficialismo. De hecho, el periodista Joaquín Morales Solá reveló que incluso el propio Presidente tenía esa misma certeza: a la mañana siguiente le pediría las renuncias a Sebastián Pareja y “Lule” Menem, los armadores territoriales de su hermana.
Quien escribe esta nota subió un tuit a su cuenta personal a las 22.22. “A los que ya están velando a Menem y Pareja les recuerdo que: el hombre más solo del mundo siempre, pero siempre, hace lo que Karina quiere”. Por esas horas se hablaba de un “takeover” del caputismo del Gobierno, e incluso de la posibilidad de que al asesor que, por primera vez se subió a un escenario, le dieran un cargo formal. A la noche siguiente nada de todo eso había sucedido. Los karinistas fueron ratificados en sus lugares y ningún cambio profundo tuvo lugar. En la Rosada se habla incluso de una reunión entre Milei y su hermana, una donde ella lo convenció -¿o lo obligó?- de dar marcha atrás con su decisión y no expulsar a sus hombres de confianza. La resolución de no hacer nada fue, para el primer anillo del Gobierno, mucho más que un grave error político: fue la mortal comprobación de hasta dónde llega el nivel de control de la secretaria general quien, en los papeles, maneja el país.
En las últimas horas del lunes 8, un hombre del Gobierno, con cargo y despacho en la Rosada, levantó el teléfono y contactó a quien escribe esta nota. Los lectores de NOTICIAS saben que los vínculos entre el Gobierno y esta editorial están lejos de ser buenos, por lo que la comunicación era toda una novedad. El funcionario envió el tuit del domingo a la noche, junto a la siguiente pregunta: “Necesito entender esto. ¿Por qué son así? ¿Por qué Javier nunca le puede llevar la contra?”. Lo que transmitía esta persona era algo parecido al shock. Acababa de entender hasta dónde la vida de los Milei, y en especial los traumas de una biografía violenta y complicada, eran lo que ordenaba al Gobierno. Y que son los que ahora pueden enviarlos derecho al abismo.
La nota completa, en la presente edición de NOTICIAS.