Día del Libertador y del Soldado Desconocido de la Independencia

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Finalizado el plan de independencia política continental y erradicados los invasores españoles del territorio de América, en 1826 regresan a Buenos Aires 76 soldados de los 5.000 que partieron hacia el ascenso de la cordillera de los Andes el 17 de enero de 1817, cruzaron las fronteras haciendo flamear los calores de nuestra bandera, comandados por el estratega político y militar de 39 años de edad, jefe del ejército libertador. Casi todos murieron en la gesta por la conquista del autogobierno. Algunos fueron sepultados sin ser identificados en los países donde lucharon.

Durante el período del Presidente de Facto, General Edelmiro Julián Farrell, y su vicepresidente el Coronel Juan Domingo Perón, mediante decreto N 14.932/45 dispone la repatriación para conmemorar la hazaña libertadora más grande de todos los tiempos. Junto al instituto nacional sanmartiniano a 120 años de la inigualable epopeya realizaron las exequias al «Soldado Desconocido de la Independencia» los días 24 y 25 de agosto de 1945.

El trascendental acontecimiento de la histórica repatriación de los restos de los prístinos combatientes contra los colonialistas y que fueron enterrados como desconocidos. El Coronel Perón tuvo el dignísimo honor de concretar el ceremonial de estado. La recepción definitiva de los contenedores fúnebres fue en Buenos Aires para anexar las cenizas en el sepulcro del libertador General San Martín. Traídas desde los campos de combates y batallas donde chocaron sables para obtener y asegurar la soberanía política del dominio del rey Fernando VII en el virreinato del río de la Plata y para el continente de América del Sur.

Embajadores y agregados militares de Bolivia, Ecuador, Chile y Perú, en acto protocolar incineraron los sagrados despojos mortales de los caídos en Chacabuco, Cancha Rayada, Maipú, Pichincha, Riobamba, Junín, Ayacucho donde se aseguró el triunfo definitivo, Suipacha, Sipe Sipe y Cerro de Pasco. Las glorias que trascendieron a la inmortalidad en el Perú y Ecuador los reunieron en Chile para ser entregados en la localidad de El Plumerillo, Mendoza. Los huesos de los jóvenes valientes de Bolivia se recepcionaron en la ciudad de La Quiaca, frontera internacional argentina boliviana en el norte de Jujuy, luego trasladados con los mártires de las contiendas de Salta y Tucumán a las órdenes del ilustre General Martín Miguel de Güemes, atravesando los estados situados a lo largo de los montes andinos, Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza para ser traspasadas al pie del cerro Cristo Redentor, camino al histórico cruce de Uspallata en los Andes mendocinos. Montevideo, República del Uruguay, aportó osaturas de los egregios hombres que renunciaron a sus vidas por la causa nacida el 25 de mayo de 1810 en el cabildo de Buenos Aires

Incorporaron las joyas de la patria que batallaron frente al convento de San Carlos de Borromeo en el bautismo de fuego en el Campo de La Gloria de San Lorenzo, Santa Fe. La Armada naval argentina trajo el polvo de sus marinos, tesoros desconocidos que resguardaron las vías fluviales y marítimas del sur, permanecían en enterratorios de la Isla Martín García del río de La Plata, Buenos Aires. De los escenarios de beligerancia que no hubo rescate, extrajeron muestras de bendita tierra regada con sangre de los nacionalistas. Cremaron los sagrados fragmentos de los insignes compatriotas para ser preservados con encomio en «urna cineraria» forjada con de un cañón del heroico brazo armado de la Independencia. La caja funeraria fue transportada hasta Buenos Aires en tren Presidencial, flanqueada por un piquete de soldados escoltas presidenciales protocolo y ceremonial de estado del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín. La formación férrea se detenía en las poblaciones, la misma era bajada, para recibir honores de los vecinos.

En la Capital Federal de la República Argentina, el joyero patrio con las cenizas de las alhajas de nuestras glorias de la emancipación fue conducida en cureña militar con loas y vibrante toque de silencio militar, partieron donde fuera el primer cuartel, allí el niño genio y futuro padre de la patria grande, que había luchado contra las tropas de Napoleón Bonaparte. Los parroquianos lo veían instruir con técnicas profesionales de ataque y defensa a los reclutados de tierra adentro, para crear un cuerpo de élite, hoy es la plaza San Martín, en el barrio del Retiro. Un cortejo castrense de alto rango, eclesiásticos y ciudadanía, portaban cien velones procesionales para tributar excelso recibimiento.

«La antorcha de la Argentinidad» simboliza a aquel momento con su llama votiva en la catedral metropolitana, frente a la Plaza de Mayo en Buenos Aires, «Cuna de la Revolución». Por decreto N 12.387/45 se instituyó el 17 de agosto de 1945 como el «Día del Libertador y del Soldado Desconocido de la Independencia». El mismo fue integrado en el mausoleo en la capilla Nuestra Señora de La Paz y también la fecha de conmemoración. En el metálico sarcófago fue grabado sobrerelieve con la inscripción de la reflexión que rodea al escudo nacional, “símbolo de la unión y libertad de las provincias unidas del río de La Plata”. «SOLDADO DESCONOCIDO DE LA INDEPENDENCIA. DIO TODO A LA PATRIA, Y NADA LE PIDIÓ».

Texto: Colaboración de Pedro del Valle Bustamante

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