Cada 12 de agosto, la Iglesia celebra a una mujer extraordinaria cuya vida demuestra que la santidad es accesible en todos los estados de vida: Santa Juana Francisca de Chantal. Fue una esposa amorosa, una madre dedicada, una viuda piadosa y, finalmente, una religiosa fundadora, guiada por la dirección espiritual de otro gran santo, San Francisco de Sales.
Una Vida de Amor y Dolor
Nacida en Dijon, Francia, en 1572, Juana Frémyot se casó con el barón de Chantal, con quien tuvo seis hijos y vivió un matrimonio feliz y profundamente cristiano. Sin embargo, su vida dio un vuelco trágico cuando su esposo murió en un accidente de caza, dejándola viuda a los 28 años con cuatro hijos pequeños. Sumida en el dolor, hizo un voto de castidad y se dedicó por completo a la educación de sus hijos y a la administración de sus propiedades.
Su vida interior era intensa, pero se sentía atormentada por dudas y escrúpulos. Rezaba pidiendo a Dios que le enviara un guía espiritual, y Dios le respondió. En una visión, vio al director que el Señor le tenía destinado.
El Encuentro con San Francisco de Sales
En 1604, durante una predicación de Cuaresma, reconoció en el obispo de Ginebra, San Francisco de Sales, al hombre de su visión. Así comenzó una de las amistades espirituales más famosas y fructíferas de la historia de la Iglesia. Bajo la sabia dirección de San Francisco de Sales, Juana encontró la paz y un camino de santidad basado en el amor y la dulzura, en hacer las cosas ordinarias con un amor extraordinario.
Una vez que sus hijos crecieron y aseguraron su futuro, Juana pudo cumplir su deseo de una vida consagrada. Junto con San Francisco de Sales, fundó en 1610 la Orden de la Visitación de Santa María, una congregación religiosa con un espíritu de humildad y mansedumbre, abierta a mujeres de salud frágil o viudas que no eran admitidas en otras órdenes más austeras. Murió en 1641, habiendo fundado más de 80 monasterios.
Oración a Santa Juana Francisca de Chantal
Oh, gloriosa Santa Juana Francisca, que supiste ser santa en el matrimonio, en la viudez y en la vida religiosa, enséñanos a amar la voluntad de Dios en cada estado y momento de nuestra vida.
Tú, que sufriste grandes pruebas y dolores con paciencia y fe, alcánzanos la fortaleza para sobrellevar nuestras propias cruces. Intercede por todas las esposas, madres y viudas, para que encuentren en ti un modelo de santidad en lo cotidiano. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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La vida de Santa Juana Francisca nos enseña que no importa nuestra situación, siempre podemos buscar a Dios. ¿Cómo puedes vivir la santidad en tu vida diaria hoy? ¡Contanos!