Para la Fiscalía, las sucursales de Adhemar fueron creadas para estafar

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La elevación a juicio contra Edgar Adhemar Bacchiani y sus cómplices, continúa revelando la compleja estructura detrás de la estafa piramidal que afectó a miles de inversores. En el centro de esta red, las gerentas de las sucursales de Adhemar Capital de Tucumán, Sofía Esther Aylan y de Córdoba, Aldana Valeria Donato, tienen un capítulo aparte dentro de la compleja novela que tiene de protagonista al «trader god». La Fiscalía Federal imputó a Aylan y Donato, como coautoras de los delitos de intermediación financiera sin autorización agravada, defraudación y asociación ilícita. En este marco, las investigaciones detallan que Aylan y Donato eran piezas clave en la estrategia de captación de fondos.

Las sucursales de Tucumán y Córdoba, actuaban de la misma forma que lo hacía la casa central de Catamarca. En este sentido, el pedido de elevación a juicio por Rafael Vehils Ruiz y María Delicia Correa deja en claro que quedó «acreditado que las nombradas Aylan y Donato, habrían realizado conductas tendientes a captar ahorro público para operar tanto en el mercado Forex como en criptomonedas, todo lo cual, no ocurrió en la realidad. Y para ello, además de las oficinas instaladas utilizaron medios de difusión masiva para dar a conocer esta actividad (propagandas, redes sociales, eventos masivos)».

En este punto, se destaca que en el caso de Donato, estuvo a cargo en la organización de «grandes despliegues escénicos» con «importantes personalidades invitadas» para construir una imagen de solidez y pujanza de la empresa. Agrega además que «las nombradas captaban fondos mediante engaño ya que las mismas conocían efectivamente que el sistema se sustentaba en lo que se conoce como estafa piramidal. Sabían que no todo el dinero recaudado se destinaba a la compra de criptoactivos».

Como si fuera poco, los fiscales advierten que Aylan y Donato «tenían cabal conocimiento y efectuaban ‘operaciones’ en negro en dichas sucursales, como así también las efectuaban en dólares, conociendo que las mismas se encuentran prohibidas por el régimen penal cambiario» y que ambas, al ser apoderadas de Adhemar Capital SRL, suscribiendo en nombre de la misma contratos y pagarés, desapoderando a los clientes devenidos en víctimas provocando una disposición patrimonial que los perjudicaron».

Más adelante, la Fiscalía argumenta que Aylan y Donato poseían un «codominio del hecho ilícito», ya que su posición les otorgaba conocimiento y control sobre las operaciones. Se comprobó que tenían acceso a la caja o bóveda de las sucursales, de donde se retiraban fondos para pagar las rentas, evidenciando su conocimiento de que el dinero no provenía exclusivamente del trading.

La acusación concluye que la evidencia recolectada demuestra que Aylan y Donato, a pesar de declarar que no tenían ningún poder de decisión en las sucursales de Adhemar Capital en las provincias vecinas, no eran meras empleadas engañadas, sino participantes activas y necesarias en la estructura criminal. Así lo plantea al indicar que las dos imputadas «dado su rol gerencial y de apoderadas de la empresa tenían poder de decisión y disposición de la misma firmando los instrumentos necesarios para ‘captar las inversiones’ y sus ahorros; todo lo cual son parámetros serios y objetivos para procesar a las mismas, restando valor conviccional a los dichos de las mismas al momento de sus declaraciones indagatorias».

Historia

Tanto Aylan como Donato tienen historias particulares vinculadas a Bacchiani que van más allá de las denuncias de estafa. Aylan tiene un vínculo especial con el «trader god» y es porque fue la pareja de Fabricio Dogvaluk, amigo y «mentor» de Adhemar Bacchiani que falleció en los primeros tiempos de Adhemar Capital. Dogvaluk era recordado siempre por Bacchiani cuando estaba libre.

En el caso de Donato, llega a la gerencia de Adhemar Capital en Córdoba luego de que el primer titular de la sucursal, Augusto García Alaimo desapareciera de la historia. Hoy, el exgerente de la sucursal de Córdoba está prófugo y con un pedido de detención. De hecho, en su testimonio ante la Justicia, es la propia Donato la que afirma que el «verdadero gerente» era García Alaimo y que ella fue «engañada» para ir a Córdoba.

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