EL gobierno batalla con sus armas, ideológicamente poco diversas, contra la fuerza que viene confrontando a todos habitantes del Palacio de Hacienda, desde, por lo menos, julio de 1975. Tempos del “Rodrigazo”. La demanda de dólares, esa fuerza a la que pocos pudieron enfrentar con cierta holgura y mucho menos vencer, nuevamente está al acecho confrontando la agenda del Presidente Javier Milei y el equipo del ministro de Economía Luis “Toto” Caputo. Están hoy lejanos tiempos (tan cercanos y tan lejanos) donde ambos se preparaban para comprar dólares a mil pesos y demostrarle a los enemigos de adentro y de afuera que el sistema de bandas inaugurado el 14 de abril de este año era un error y que el que tenái razón era el jefe de Estado que configuraba un dólar a menos de 1000 pesos. También quedó lejos la recomendación del ministro de no dejar escapar la oportunidad de comprar divisas para ser un campeón. Ahora son días, semanas y quizá meses, donde los responsables del rumbo económico, deben arremangarse y combatir las especulación contra el escape de la divisa, como la mayoría de los colegas que pasaron por el despacho del quinto piso del ministerio de Economía. La batalla comenzó, y, se sabe, para poder combatir contra tan feroz y memorioso enemigo, hay que tener armas. De esas de los que los libertaron abominan. En este caso, en la semana que terminó, la hoz y el martillo tan condenados fueron, primero, la intervención en el mercado de dólar futuro, para disipar alternativas de revalorización especulativa en el valor de la divisas de aquí a diciembre. Segundo, y más importante y ejecutiva, la clásica herramienta financiera de disuasión: la suba de las tasas de interés. Esto ocurrió el miércoles, durante la tradicional ronda de recolección de pesos, donde el equipo económico colocó una cortísima letra a un mes, pagando una tasa de interés de 3,3% mensual, cuando el nivel de inflación en el mismo período continúa desacelerándose a un 1,5% cada 30 días. En definitiva, se paga el doble para mantenerse en pesos y no irse a la divisa, siguiendo las recomendaciones de fines de junio del J.P.Morgan. Ese miércoles de colocación de deuda, el ministro envió un mensaje al mundo financiero: no esperen un valor del dólar por arriba de los 1.300 pesos. Cuando la presión llegue hasta ahí, el manual libertario del comercio sin intervenciones quedará momentáneamente a un lado, y aparecerá el poder del estado de intervención aleccionadora. Así lo hizo saber el ministro y su equipo el miércoles; haciendo que el jueves pasado su voluntad generadora de temores mantenga los valores del dólares bajo control. EL problema vino el viernes, donde nuevamente las fuerzas del mal que vienen atacando desde 1975, llevaron el dólar nuevamente a la terraza de la política cambiaria: 1.300 pesos.
Comienza el lunes un nuevo capítulo de la pulseada, con un Caputo de un lado del mostrador combatiendo contra sus ex compañeros de correrías del mercado especulador bancario y de “money makers”, donde el ministro habitó tantos años. En realidad décadas. Lo bueno es que sabe perfectamente como piensan, las pantallas que miran y las teclas de compra y venta que presionan con el espíritu del momento.
Sin embargo, hay otros actores en la trifulca. Especialmente uno. Una especie de Gran Hermano que todo lo ve, todo lo escucha, y que permanentemente observa movimientos generales. Con espíritu crítico. Y con un testimonio en la mano demoledor: un cheque de 2.000 millones de dólares, que, en teoría, debería ser girado antes que termine agosto. Según lo convenido.
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Ese actor Gran Hermano, no es otro que el Fondo Monetario Internacional (FMI), que tiene su propia versión de la política cambiaria conveniente que debería adoptar el gobierno nacional. Y que no es, precisamente, la desplegada en la batalla de julio 2025 por el equipo económico. El organismo que maneja Kristalina Giorgieva, mostró sin eufemismos su criterio cambiario, al negociar el Facilidades Extendidas vigente desde el 11 de abril pasado y que bendijo el esquema de bandas.
En el staff report del organismo de la fecha de firma del acuerdo, el FMI “recomienda” que el tipo de cambio ejecutivo para el trimestre posterior a la firma del Facilidades Extendidas, debería navegar por arriba del 20% de la cotización del día anterior a la entrada en vigencia del acuerdo. Esto implicaría, aproximadamente entre 1.315 y 1.320 pesos frente a la cotización de arranque del esquema de bandas de 1.000 de pisos y 1.400 de techo. Esto es, el 14 de abril, primer día de vida del nuevo esquema. EL monto actualizado de esa cotización por inflación (suponiendo un 1,5% en julio), implicaría un incremento en la cotización de un 5% aproximado, con lo que el alza del tipo de cambio contra el día de la firma del acuerdo debería ser de 25% más. El valor llegaría entonces a los 1.371 pesos. Con la salvedad que para esta época, la banda superior se debería ubicar en los aproximadamente 1.450 pesos, ya que el esquema de bandas debe subir 1% acumulado cada mes. Como sea, el tipo de cambio de techo virtual en 1300 pesos impuesto por el equipo económico desde esta semana, está a 71 pesos pode debajo de lo que piensa el Gran Hermano que debería ser el nivel de equilibrio para que la economía funcione. Competitivamente hablando.
El organismo consideraba apropiado un comienzo de vigencia del sistema de bandas a un dólares navegando entre los 1.200 y los 1.250 pesos; considerando que era un muy buen inicio de régimen. Más teniendo en cuenta que a ese nivel no hubo en los primeros días del nuevo sistema, mucho traslado a inflación. O que, si lo hubo, podría haberse controlado entre el 2,5 y el 3%. Sin embargo, la idea de los firmantes de Washington del Facilidades Extendidas, nunca tuvieron en carpeta la posibilidad que el dólar oficial operara a la baja, y que navegara hacia– aguas más cercanas a los $ 1.100 que a los más de 1.300 pesos que consideraba el organismo como óptimos para el cierre del segundo semestre. Mucha diferencia. Más teniendo en cuenta que es el ítem que más le importa al fiscalizador general del caso argentino en el FMI, el venezolano Luis Cubeddu; un hombre de origen teórico fiscalista, que fue convirtiéndose con el paso de los años fiscalizadores de la argentina, en un experto en esquemas de tipos de cambio volátiles.
Como sea, el organismo deberá anotar una desaprobación. El monto de reservas sigue estando lejano de lo esperado por el FMI e impuesto en el Facilidades Extendidas. Y el reclamo firme y conciso es que se consiga para diciembre del 2025, el nivel de reservas positivas de 2.000 millones de dólares, cuando hoy el promedio marca U$S 4.000 negativas.
Para todos los observadores, incluyendo el FMI y los mercados, esa brecha es imposible de cerrar antes de diciembre, menos en tiempos lánguidos de liquidación sojera. Queda entonces la duda sobre como se negociará el waiver que deberá si o sí llegar desde Washington. Y si ese perdón vendrá sin cuestionamientos o con protestas en el siempre difícil para la Argentina ámbito del Board del organismo. Pero no hay tiempos para dudas desde Buenos Aires. Se sabe y se protesta en el quinto piso del Palacio de Hacienda, por estar chapoteando nuevamente en el barro de la especulación cambiaria; con marchas y contramarchas para convencer a los mercados siempre inconmovibles (si lo sabrá Caputo) sobre que la idea de un valor X del dólar que se tiene desde el oficialismo es la correcta. O si la economía en general pide otro valor de equilibrio para potenciar la competitividad.
Lejos de esta argumentación, desde el oficialismo se mira otro faro. El del 14 de octubre del 2025. Ese día, a las 16 horas, el INDEC difundirá los datos de inflación correspondientes a septiembre de este año. Variable que ese mes debería tener un cero por delante, la cifra más baja en décadas. Porqué la importancia de este anuncio? 12 días después, los argentinos iremos a votar la renovación parcial del Poder Legislativo. Milei debe ganar para manter la gobernabilidad y soñar con cambios profundos para el 2026. Y para que esto suceda, la inflación con un cero por delante es el estandarte de batalla más positivamente demoledor que puede mostrar hoy el gobierno de Javier Milei.
Mientras tanto, el Gran Hermano seguirá mirando. Y está dispuesto a dejar pasar disociaciones con las metas firmadas para este año. Pero, desde el 27 de octubre, un día después de las elecciones, el FMI exigirá cambios a cambio de waivers.