Gustavo Gasparini fue hasta hace unos días empleado de la farmacia Red Colón, sus compañeros le organizaron una despedida y la subieron a las redes sociales y grupos de WhatsApp. El video se viralizó tanto, que los diarios digitales y portales también lo registraron y destacaron.
Por estos días, la gente le toca bocina en la calle, se acercan a saludarlo, le desean una buena etapa como jubilado y hasta la empresa hizo un video especial para reconocerlo.
En medio de una sociedad que pareciera vivir en el malestar permanente, en un clima hostil, reaccionario, en el pináculo de un momento que muchas veces muestra la cara del maltrato o la indiferencia, lo que generó Gustavito -como le dicen- es un asombro.
Uno piensa que estas cosas les suceden a las personas famosas, a los que están en el primer peldaño del escalafón, a quienes tienen privilegios, cargos, rangos. Pero Gustavito es un hombre común, simplemente amable, con sentido del humor, gentil.
“Me sentí sorprendido con toda la repercusión que tuvo ese video, de la despedida que me hicieron mis compañeros y que agradezco, de corazón. Nunca pensé lo que iba a pasar, con mis compañeros, los médicos del sanatorio Pasteur, con lo que hicieron. Me sorprendió el cariño que expresó la gente, uno hace las cosas de corazón, buscando una solución, intenta sacarle una sonrisa a esa persona que compra un medicamento, que no es un artículo de lujo, entonces uno saca lo mejor para dar una solución”, comentó a la Revista Express.
En esto, como en casi todo, conviene ser optimistas, ya que estas historias sin dobleces, existen en muchos otros lugares.
Hoy es una rareza que se reconozca el buen trato, que se reconozca a una persona que trabajó toda su vida, alguien que atendió bien al otro, que se valore a un tipo bueno. Y todos tenemos gente así, todavía existe esa gente buena, que nos gusta.
Gustavo es hombre de contextura pequeña que se ha vuelto grande, es catamarqueño por adopción, no tiene doble apellido, su familia es pequeña, educada, de valores…
“Mucha gente me dice qué es lo que vos sembraste… Siento vergüenza, pero me da una inmensa alegría, son los valores que me enseñaron mis padres, es difícil expresar. Ser jubilado no es fácil, hay que ajustar costos, pero quiero agradecer a mis compañeros y a los catamarqueños por todos los saludos”.
Lo que generó Gustavito, es un ejemplo que inspira, su historia es poderosa porque resignifica lo cotidiano, la forma en que las personas lidian con su vida que a los ojos de muchos puede ser común, automatizada, invisible. Pero, sin embargo, abre la posibilidad de encontrar un consuelo. Porque la jubilación que se hizo viral, nos hace reformular los valores que aún tenemos: la persona, el trabajo y el buen trato, importan.
Texto: Colaboración de Carolina Melnik