Beber agua los está enfermando: descubren altos niveles de flúor en escuelas rurales de Catamarca

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En zonas rurales del departamento La Paz, Catamarca, estudiantes de primaria detectaron un nivel alarmante de flúor en el agua de consumo proveniente de vertientes naturales. A través de un trabajo conjunto entre docentes, técnicos y la comunidad, lograron determinar que el contenido de flúor alcanzaba hasta 10 miligramos por litro, cuando la Organización Mundial de la Salud establece un máximo de 1,5 mg/l. La situación motivó la creación de un filtro casero, económico y accesible, capaz de reducir parcialmente esta concentración.

El análisis surgió a raíz de la observación de manchas en los dientes de adultos y niños de la zona. “Detectamos fluorosis dental y nos propusimos buscar el origen”, explicó la docente Melissa Herrera, quien coordina el proyecto desde las escuelas rurales N°414 de Las Peñas y N°437. Con el acompañamiento de un técnico químico, realizaron estudios sobre el agua de consumo y hallaron, además, presencia de microorganismos. El filtro diseñado utiliza materiales como grava, arena, carbón activado, hueso triturado y algodón para retener el flúor, logrando una reducción significativa, aunque insuficiente para niveles seguros.

El objetivo del proyecto no solo es participar en la instancia departamental de la Feria de Ciencias, sino también visibilizar una problemática real que afecta a comunidades vulnerables. “No es solo una propuesta escolar. Es una necesidad urgente de atención sanitaria y ambiental”, advirtió Herrera. Por falta de recursos, no pudieron confirmar la presencia de arsénico, aunque incorporaron clavos en el filtro con la intención de captar ese contaminante.

Además del agua, otro proyecto de la misma escuela explora cómo convertir el estiércol de cabra, abundante en la zona, en abono fértil para suelos áridos. Con prácticas de compostaje controladas, los estudiantes demostraron que, tras un proceso de dos meses, este desecho puede transformarse en un recurso valioso para producir alimentos. Ambas iniciativas reflejan cómo la educación rural, con ciencia y compromiso comunitario, puede ofrecer respuestas concretas a desafíos locales invisibilizados.

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