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Nueva era católica
En un emotivo encuentro, el Papa explicó la elección de su nombre, propuso renovar el camino del Concilio Vaticano II y subrayó los desafíos éticos ante la nueva revolución tecnológica.
En su primer encuentro formal con el Colegio Cardenalicio, el papa León XIV dio señales claras de continuidad y apertura en el rumbo de la Iglesia. La reunión, que tuvo lugar este viernes en el Vaticano, combinó oración, homenaje al Papa emérito Francisco y un llamado explícito al diálogo, la sinodalidad y la justicia social como ejes de su pontificado.
Tras rezar en latín junto a los cardenales, León XIV ofreció un mensaje cargado de espiritualidad y convicción pastoral. Comenzó recordando la figura del Papa Francisco, a quien describió como ejemplo de “dedicación al servicio y sobria esencialidad de vida”, y lo presentó como modelo de esperanza pascual. “El Papa, desde san Pedro hasta mí, su indigno sucesor, es un humilde siervo de Dios y de los hermanos, y nada más que esto”, afirmó.
El nuevo Pontífice enfatizó la continuidad con el Concilio Vaticano II, que definió como la “vía” que la Iglesia universal viene recorriendo desde hace décadas. Retomando la exhortación Evangelii Gaudium de su antecesor, reafirmó principios como el protagonismo de Cristo, la conversión misionera, la sinodalidad, la opción preferencial por los pobres y el diálogo con el mundo contemporáneo. “Se trata de los principios del Evangelio que animan desde siempre la vida y la obra de la Familia de Dios”, sostuvo.
Uno de los momentos más significativos de su discurso fue cuando reveló por qué eligió llamarse León XIV: “Lo hice inspirado en el Papa León XIII, quien con la encíclica Rerum novarum afrontó la cuestión social en el contexto de la primera revolución industrial. Hoy, frente a los desafíos éticos que plantean la inteligencia artificial y una nueva revolución industrial, la Iglesia debe renovar su compromiso con la dignidad humana, la justicia y el trabajo”.
León XIV cerró la primera parte del encuentro citando al Papa Pablo VI, deseando que “una gran llama de fe y de amor ilumine a todos los hombres de buena voluntad”, y convocando a cardenales y fieles a traducir esos sentimientos en oración y acción concreta.
En la segunda parte de la reunión, se abrió un espacio de diálogo con los cardenales, quienes pudieron ofrecer consejos y propuestas para el inicio de este nuevo capítulo en la historia de la Iglesia Católica.