Las crisis y las calles: se puede ir por más y derrotar a Milei

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Por primera vez desde del 26 de octubre, el oficialismo de La Libertad Avanza sufrió esta semana dos reveses importantes. Envalentonado por su inesperado triunfo electoral, que logró gracias al rescate de Donald Trump, el gobierno lanzó un plan de guerra de tiempos audaces y se propuso aprobar en tiempo récord, con la nueva composición del Congreso Nacional, el Presupuesto 2026, la reforma laboral, la tributaria y un endurecimiento penal. El objetivo es claro: utilizar su capital político para dar vuelta el país a favor de los poderosos en pocos meses. Más sometimiento a Estados Unidos, más ajuste para pagar la deuda, extractivismo y una nueva norma que bajo el eufemismo de la «modernización» busca avanzar en planes de esclavitud laboral.

Forzando la marcha, en una sobreinterpretación de un resultado electoral que le dio un triunfo político pero no hegemonía para avanzar en sus planes como si tuviera un cheque en blanco, La Libertad Avanza tropezó este miércoles con una primera piedra: sus maniobras reglamentarias no alcanzaron y fue así cómo la Cámara de Diputados aprobó en general el presupuesto 2026 pero, de forma sorpresiva, dos horas más tarde, el gobierno sufrió una derrota y se cayó todo el capítulo que contenía la derogación de la emergencia en discapacidad y financiamiento universitario. La compra de votos mediante ATN y otras prebendas y negocios se demostró insuficiente ante dos causas que el año pasado se habían ganado con la lucha. Al oficialismo le alcanzó para tener el apoyo del PRO, la UCR, los gobernadores peronistas de Catamarca y Tucumán, de los mandatorios provinciales de Misiones y Salta nucleados en Innovación Federal, Santa Cruz, Neuquén y San Juan para la votación en general, pero perdió una votación clave en particular.

De inmediato, se generó una crisis gubernamental que comenzó a barajar desde la posibilidad inédita de que el gobierno mismo vete su propio presupuesto, hasta renegociar cambios desde el Senado, pero partiendo de una situación imprevista. A la hora de cerrar esta nota, se discute la posibilidad de que la Cámara Alta trate el tema el próximo 26. Ese día hay que estar en las calles contra el presupuesto de ajuste y eventuales maniobras para volver a instalar los ataques a Discapacidad y Universidad.

A la par de este debate, funcionó la comisión de Trabajo presidida por Patricia Bullrich que terminó en un fracaso del intento de hacer un tratamiento express de la reforma laboral entre Navidad y Año Nuevo. En horas de la tarde la senadora y ex ministra tuvo que anunciar que se sacará dictamen pero el tratamiento en el recinto pasará para febrero.

Estas dudas en las alturas, reflejan, por un lado, la existencia de algunas dudas respecto de un tema clave que le había exigido el trumpismo a Milei: que articule alianzas y que el gobierno realmente tenga volumen político para avanzar con sus planes. Por otro lado, las dificultades de imponer sin crisis y luchas un programa económico que favorece a unos pocos sectores y deja afuera a gran parte del país, más aún en un contexto de bajo consumo y muchos sectores de la economía golpeados por la recesión y la apertura económica, mientras que la inflación, en lugar de bajar, se acelera incluso unos decimales y las reservas del BCRA siguen en terreno negativo.

Este contexto era extremadamente propicio para que una medida de fuerza contundente que pusiera en juego toda la fuerza de la clase trabajadora, paralizando el país con un paro general activo, movilizando cientos de miles hacia el Congreso Nacional que debate los ataques.

Sin embargo, la «nueva» conducción de la CGT debutó con una medida tibia, sin paro nacional y una movilización de apenas algunos miles a Plaza de Mayo. Muy lejos de lo que puede hacer la clase trabajadora. En los discursos de Plaza de Mayo apenas si anunciaron un plan de lucha y posible paro «si no los escuchan». Palabras abstractas sin ningún compromiso serio ante una situación que es cada vez más urgente.

Es por eso que la izquierda y el sindicalismo combativo, que habían sido los primeros en anunciar una movilización, antes que la CGT, participaron de la jornada con una columna independiente para exigir un paro nacional activo con movilización el día que se trate la reforma laboral en el Congreso y que sea el inicio de un plan de lucha, en el camino de la huelga general hasta derrotar el conjunto de los planes de Milei y el gran poder económico.

También será necesario movilizarse contra el Presupuesto 2026 si se trata los próximos días en el Senado.

Así como en diciembre de 2017 frenamos en las calles el reformismo permanente de Mauricio Macri, esta vez tenemos que retomar el mismo camino.

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