Con la llegada del Pbro. Rafael D’Amico, la Comisión pro Templo lo invitó el 1 de mayo de 1877 a ocupar la presidencia, cargo que había dejado el sacerdote Parmenión Ibáñez. Tenía dos tareas que se culmine la reconstrucción del “viejo templo” y seguir en la tarea de construcción del nuevo.
En cuanto al primero la Capilla Provincial, que daba en dirección de la actual calle Pérez de Zurita, el sacerdote solicitó su habilitación el 13 de diciembre de 1881, la cual fue concedida por el Episcopado de Salta el 5 de enero de 1882. El acontecimiento se celebró solemnemente el 19 de marzo de ese año, con gran participación del pueblo y bajo el padrinazgo de Don Domingo Cristino Figueroa y su esposa Doña Emilia Figueroa de Figueroa. Puedo imaginar el esplendor del antiguo templo, al cual ingresé en algunas oportunidades por su gran puerta, de más de dos metros de altura. Sobre esa entrada podía leerse unas inscripciones en latín que, según la tradición popular, habría sido escrita por el presbítero D’Amico en la pared decía: Laudate Eim in onordis et organo. Omnisspiritus laudet Dominem, su traducción es: «Alabadle con el arpa y con el órgano; que todos los espíritus alaben al Señor» una frase inspirada en el (Salmo 150, versículos 3 al 6).
A cerca del segundo, se habían iniciado algunos trabajos de cimentación en tiempos del Pbro. Ibáñez que fueron continuados luego por D’Amico. El 14 de septiembre de 1879, informó a la comisión que hablaría con un arquitecto que estaba en Andalgalá “para que trabajase un plano definitivo del templo puesto que desde que se había principiado la obra se habían hecho varias alteraciones en sus primitivos planos por lo que no era posible ya seguir con la construcción”. El sacerdote recomendó reemplazar las columnas redondas por columnas macizas, más adecuadas para sostener los empujes de las bóvedas del techo hoy las conocemos como cruciformes románicas. (2)
En su libro “Vuelos del silencio” (1937), el andalgalense Gregorio Cisneros sostiene que el Pbro. D’Amico inició la construcción del templo. Sin embargo, las actas demuestran que las obras comenzaron antes de su llegada. Lo que sí realizó el sacerdote fueron mejoras y correcciones en el plano de edificación.
Durante su gestión se finalizó la reconstrucción de la capilla de Huaco y la ampliación del cementerio, obras que se habían iniciado en tiempos del Pbro. Oviedo. La portada del camposanto lleva la fecha del 30 de julio de 1877, que marcaría su conclusión material. Sin embargo, la autorización para bendecir ambas construcciones se otorgó recién el 6 de septiembre de 1878, mediante carta del Vicario General José Facundo Segura, con el consentimiento del prelado de Salta. También adquirió una propiedad en Huachaschi a don Carmelo Gualinchay pagando un valor de $200 que sería destinada a la construcción de un cementerio Parroquial. Don Gualinchay firmó la compraventa el 21 de julio de 1890, pasaron casi dos años y el Pbro. D’Amico el 1 de mayo de 1892, le solicitó al visitador Manuel Lobos la autorización para iniciar las primeras edificaciones. (3)
D’Amico también es recordado por una significativa ofrenda a la imagen de San Isidro de Huaco, una diadema de plata que a más de un siglo después, aún conserva y luce en sus festividades.
Con la ampliación de la parroquia hacia el oeste finalizada el 20 de diciembre de 2009, toda la nave del “viejo templo o capilla provincial” fue incorporada al transepto o nave transversal, donde actualmente se ubica el presbiterio. Por su parte, las columnas del “antiguo altar” pasaron a ser parte del camarín de la Virgen, ubicado al norte del bautisterio, manteniendo así un puente simbólico entre la fe de ayer y la devoción de hoy junto con cuatro las placas de mármol.
Placas con historias, pero sin restos
En el actual crucero de la Parroquia aún se conservan algunos vestigios del antiguo templo como las placas de mármol. Una es conmemorativa, pues se advierte una diferencia de 18 años entre el fallecimiento del Coronel José Pío Cisneros, promotor de la “Autonomía de Catamarca”. Su deceso fue el 8 de febrero de 1834, y el de su esposa María Sánchez de Loria, quien murió el 24 de julio de 1852, según consta en el Libro II de difuntos (1851-1862, folio 20). María fue sepultada en el antiguo cementerio parroquial, espacio donde hoy se levanta la capilla de Santa Rita de Huachaschi. A estas placas se suma la de su nuera, Carolina González de Cisneros, fallecida el 6 de octubre de 1881 (Libro II, folio 80) esposa de Juan Cisneros. Las tres placas fueron realizadas por Juan y seguramente por autorización del Pbro. D’Amico se instalaron en la Capilla provincial. Esto pudo suceder entre 1882 en su reinauguración o bien después antes de su fallecimiento el 10 de octubre de 1887. Otra placa corresponde al “padrino” del viejo templo Domingo Cristino Figueroa, fallecido el 6 de diciembre de 1884, según el Libro 7 de Difuntos (1879-1891, folio 236), aunque en la placa se consigna el día 8 este fue sepultado en el antiguo cementerio parroquial. La cuarta placa recuerda al sacerdote Manuel Lobos, quien murió a los 43 años a causa de una apoplejía pulmonar el 6 de junio de 1898. De acuerdo con el Libro XI (1891-1899, folio 83), fue sepultado en el “cementerio viejo”, a pesar de que ya se encontraba en funcionamiento el nuevo cementerio parroquial, adquirido por el presbítero D’Amico.
Estos registros parroquiales evidencian que las placas no representan sepulturas intramuros en el viejo templo, sino mármoles trasladados, especialmente después de su reinauguración en 1882. Por esta razón, durante las refacciones de 2008 no se hallaron restos humanos en los intramuros, como sostenía la creencia popular. Recordemos que, en 1787, una cédula real de Carlos III apuntó que los entierros de cristianos comunes debían realizarse fuera de las poblaciones. Hasta ese momento, las élites tenían el privilegio de ser sepultadas dentro de los templos o en su radio, un gesto que reflejaba poder y prestigio. El Virreinato del Río de la Plata adoptó rápidamente esta disposición, que se consolidó tras la independencia. Sin embargo, la norma nunca fue absoluta. En los siglos XX y XXI hubo excepciones notables en la Catedral Basílica están enterrados hombres que dirigieron la fe cristiana.
De los hornos a los repiques de la fe
El Pbro. D’Amico hizo que, refundir para la parroquia tres nuevas campanas, según nota del sacerdote, la mayor pesa 500kg, la mediana400kg y la pequeña 250 kg. La mayor tiene escrito “El pueblo de Andalgalá a su seráfico patrón en el cuarto centenario del descubrimiento de América, 1892 Félix de la Fuente constructor”. La mediana dice “soy de María del Carmen-obra Félix de la Fuente 1893”, la pequeña; “soy de María del Rosario nací en 1815– Renacida de los hornos de Félix de la Fuente en 1893”. Otras dos campanas, también realizadas por Félix, fueron enviadas a la Catedral, fechadas una el 19 de febrero de 1880 y la otra de1895. Sin embargo, no se ha podido establecer con certeza si dichos encargos, fueron gestionados directamente por el sacerdote o si respondieron a solicitudes realizadas desde la Iglesia Matriz al fundidor o bien fueron costeadas y donadas por un devoto. Actualmente la armonía de las tres campanas de Andalgalá está a cargo del “campanero” Gerardo Chayle.
El Pbro. D’Amico también perteneció a la “Comisión de Obras Públicas”, fue presidente desde el 4 de enero hasta el 17 de marzo de 1884 que fuera reemplazado por el secretario Samuel Lafone Quevedo. Posteriormente en enero de 1887 hasta enero de 1888 ejerció la presidencia de la Comisión de la Plaza, Cabe destacar que estas comisiones antecedieron a la conformación de la Comisión Municipal de 1895.
Cuando las rúbricas no fueron presencia
Un informe elaborado por el Pbro. Moisés Varela al notario mayor de la diócesis, Pbro. José Torres Escandell, señala que el Pbro. Rafael D’Amico estuvo a cargo de la Iglesia Matriz entre el 5 de abril de 1889 y el 25 de marzo de 1890. Sin embargo, esta afirmación es errónea y genera confusión, ya que en esos años el Pbro. D’Amico ejercía como párroco en Andalgalá. (4)
Es cierto que las actas confirman su rúbrica en el libro N° 31 de bautismos de la Catedral (1889-1890) y también en el libro N° 32 de bautismos (1890-1891). Sin embargo, el propio D’Amico aclaró que firmó dichos libros por orden del obispo, debido a que el sacerdote responsable de la Parroquia del Rectoral no los había firmado. (5)
Este hecho revela que, en determinadas ocasiones, los sacerdotes no ejercían directamente en una parroquia, pero estampaban su rúbrica previa orden, con el fin de evitar que los libros sacramentales quedaran sin validar. Tras la muerte del Vicario Foráneo Francisco Antonio Brizuela, ocurrida en abril de 1894, el obispo Padilla y Bárcena designó como sucesor al Pbro. D’Amico.
La labor pastoral y arquitectónica en la ciudad Capital
En cuanto a su actividad en la Iglesia Matriz, se observa su firma en los tres libros sacramentales, lo que permite inferir el período de su labor pastoral: Libros de Bautismos: desde el 2 de enero de 1897 hasta el 4 de junio de 1907 (folio 287). Libros de Defunciones: desde el 11 de febrero de 1897 hasta el 26 de junio de 1907. Libro de Matrimonios: desde el 5 de enero de 1897 hasta el 20 de junio de 1907 (folio 137).
Dentro de sus desempeños como Vicario foráneo bajo su guía se edificó el Obispado Episcopal, hoy es el actual Museo de la Virgen inaugurado en el año 2015, la casa del Buen Pastor, la vivienda en Choya para los seminaristas, hoy Emaús, hizo reconstruir parte del colegio del Huerto, el piso de mosaico de la catedral y adorno de balaustradas y altares del mismo mineral; mejoró y ensanchó el antiguo camarín de la Virgen, entre otras obras. En abril de 1910 ingresa como obispo Bernabé Piedrabuena, y reconociendo la labor y compromiso de D’Amico inmediatamente le ofrece la Vicaría General cargo que ocupó hasta su muerte en 1921.
El jubileo sacerdotal
El 24 de diciembre de 1908, el Vicario D’Amico celebró sus 50 años de ordenación sacerdotal, recordando su primera misa en San Giovanni. La gran fiesta tuvo lugar al día siguiente, en Navidad, con una misa solemne en la Catedral presidida por el Obispo Piedrabuena y acompañada por los Pbros. José María Cisneros, Pedro M. Oviedo, Juan J. Urquiza, Federico Palacios y Justiniano Salas, además de funcionarios, fieles y el coro del maestro Zambonini. El homenajeado recibió numerosos obsequios, entre ellos un álbum de salutación firmado por ciudadanos, una estola conmemorativa del taller de la Archicofradía del Santísimo Sacramento, una placa de oro ofrecida por la Sociedad Vicentina de Andalgalá y un cáliz ornamentado. También llegaron telegramas de felicitación de Mons. Pablo Padilla y Bárcena, de sacerdotes de todo el país, de la firma “Lafone y Blamey” y de 64 ciudadanos andalgalenses. Al mediodía, el Pbro. Arnedo Soria organizó un banquete en su honor, donde asistieron el Gobernador Dr. Emilio Molina, el Obispo Piedrabuena, el jefe del Regimiento N° 17, el juez federal Mercerano y los sobrinos del sacerdote, Francisco y Urbano D’Amico.
El cáliz de Andalgalá: una joya de fe que viajó y volvió
En 1908 el Pbro. D’Amico recibe un hermoso cáliz y que en su base está escrito: “1858-1908 El pueblo de Andalgalá a su antiguo párroco presbítero Rafael D’Amico en el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal”.
“El cáliz está elaborado en plata dorada y presenta delicadas filigranas que realzan su ornamentación. La copa se encuentra recubierta por seis piedras preciosas de turquesa, dispuestas de manera armónica, que aportan un brillo singular a la pieza. En el fuste o tallo destaca un nudo ricamente trabajado, adornado con seis corazones en relieve. Sobre ellos se extiende una cenefa de esmalte azul, en la cual se inscribe, con letras doradas, una inscripción en latín. Una fina decoración grabada continúa a lo largo del tallo, completando su ornamentación. La base constituye uno de los sectores de mayor riqueza artística: en ella se disponen tres mandorlas esmaltadas que representan a Jesús crucificado, la Virgen María y San José, con colores intensos y vibrantes. Entre estas mandorlas se insertan delicadas filigranas de plata dorada que enmarcan motivos florales, los cuales rodean una piedra de turquesa en el centro de cada conjunto. El pie del cáliz se encuentra dividido en seis secciones redondeadas, desde donde emergen, en dirección al fusto, seis querubines alados de aspecto singular, con cabezas de inspiración mitológica, que confieren a la pieza un carácter único y majestuoso”.
Este cáliz fue llevado por su sobrino Francisco en 1922 a Salerno (Italia) para cumplir la voluntad del Pbro. D’Amico según testamento realizado antes de morir. Allí le entrega a su hermano sacerdote lamentablemente en 1941 muere en plena segunda guerra mundial. Tras ello su familia retira el cáliz y lo guarda en su casa, en 1950 Francisco viaja nuevamente a San Giovanni luego regreso en enero de 1953 trayendo consigo el cáliz que estuvo en Italia por 31 años y el 28 de octubre de ese año la familia D’Amico desea regalar el cáliz a la parroquia, para ello, Francisco le escribe al Pbro. Fausto A. Figueroa y antes de entregar el cáliz labra en su base: “La familia D’Amico a la Vicaria Foránea de Andalgalá en memoria de Monseñor Rafael D’Amico 1953” Recibida la carta, el sacerdote les contesta el 13 de noviembre de 1953 muy sorprendido por la historia del cáliz y agradece la voluntad de la familia y que el mismo sería retirado después de la festividad de la Virgen del Valle en diciembre por parte del Pbro. Gerardo Denett. Se compromete que el primer domingo después de recibido la copa, oficiará una misa con el mismo y contará al pueblo su historia. (6)
Han transcurrido 117 años desde que el pueblo de Andalgalá obsequiara esta joya al Pbro. D’Amico. Hoy, en el marco de mi búsqueda personal, tengo el privilegio de contemplar el cáliz que aún se resguarda en la parroquia de Andalgalá.
El deceso del Vicario
El periódico vespertino “El Imparcial” del 1 de junio de 1921 apunta que el sacerdote sigue grave y que los médicos lo asisten haciendo todo lo posible desde el arte de la ciencia. Pero el desenlace final se dio horas más tarde alrededor de las 20.22, desde ese momento una enorme concurrencia invadió su hogar. El Gob. Ramón Clero Ahumada mandó enarbolar el pabellón a media asta y participar de todos los actos póstumos. En el atrio de la Catedral, frente al féretro, se hicieron presentes ministros, camaristas, legisladores, el intendente, el jefe de Policía y las distintas jerarquías de funcionarios y el pueblo. Ante la numerosa concurrencia popular, el Dr. Mauricio Herrera pronunció un discurso en el que destacó la vida y las virtudes del venerable anciano fallecido, dice el periódico: “Al colocar el Ataúd, en la fosa abierta en la Catedral en la nave de la izquierda el Presbítero Pedro M. Oviedo, en nombre de su S.S. Iltma. Bernabé Piedrabuena pronunció una sentida oración fúnebre, pues para ese momento Mons. Piedrabuena no estaba en la provincia. Las misas también se oficiaron en el templo de San Francisco, ya que Rafael D’Amico era “síndico y hermano” de la primera orden franciscana. Pasaron unos meses y en octubre de 1921 se colocó la lápida de mármol en su tumba que esta, en la nave izquierda de la catedral, el Presb. Nicanor Sánchez ofició una misa y ante varios fieles y sacerdotes. (7)
Rafael D’Amico estuvo más de la mitad de su vida en Catamarca y dejó una impronta valiosa. Su paso queda grabado en los registros sacramentales, en la vida de las comunidades que atendió y en la historia eclesiástica provincial.
Texto y Fotos: Colaboración de Benjamín Balsa
1- DIARIO EL DEBATE, El Vicario D’Amico Bodas de oro, Año I, N°23 –del 24 de diciembre de 1908.
2- PARROQUIA SAN FRANCISCO DE ASÍS (1874). Libro de Actas de la Comisión Directiva del trabajo de la Iglesia Parroquial.
3- PARROQUIA SAN FRANCISCO DE ASÍS (1890). Cementerio de la Parroquia.
4- VERA, M. D. (2016). Hombres de fe, obispos y sacerdotes de la diócesis de Catamarca. El Trébol.
5- FAMILY SEARCH. Registros varios. Disponible en www.familysearch.org.
6-PARROQUIA SAN FRANCISCO DE ASÍS (Documentación varias del Pro. Arturo Figueroa. (1948-1963)
7- DIARIO EL IMPARCIAL. Mons. Rafael D’Amico, El primero en esta ciudad. Año IV. N° 715. Lunes 03 de octubre de 1921.