sábado, 6 de septiembre de 2025 20:35
Miembros de la familia de Robert F. Kennedy Jr. pidieron su renuncia como secretario de salud tras una polémica audiencia en el Congreso la semana pasada, durante la cual el funcionario del gabinete del presidente Donald Trump enfrentó cuestionamientos de ambos partidos sobre su tumultuosa gestión de las agencias federales de salud.
La hermana del secretario, Kerry Kennedy, y su sobrino, Joseph P. Kennedy III, emitieron el viernes contundentes declaraciones en las que pidieron su renuncia como jefe del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés).
Las peticiones de la prominente familia demócrata se produjeron un día después de que Kennedy tuviera que defender sus recientes esfuerzos por eliminar las recomendaciones de la vacuna contra el COVID-19 y despedir a altos funcionarios de los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) en una audiencia de tres horas ante el Senado.
“Robert F. Kennedy Jr. es una amenaza para la salud y el bienestar de todos los estadounidenses”, escribió en X Joseph P. Kennedy III. El excongresista añadió: “Ninguno de nosotros se librará del dolor que está causando”. Su tía respaldó esas afirmaciones, diciendo que “las decisiones médicas deben estar en manos de profesionales capacitados y con licencia, no de líderes incompetentes y mal orientados”.
No es la primera vez que Kennedy es objeto de la ira de su familia. Varios de sus familiares se opusieron a su candidatura presidencial en la reciente campaña, mientras que, a principios de este año, otros de ellos escribieron a los senadores para pedirles que rechazaran su nominación como secretario de salud de Trump debido a sus opiniones sobre las vacunas, que consideraban descalificantes.
Kennedy, líder de larga data del movimiento antivacunas, dedicó los últimos siete meses a implementar su movimiento, que antes era de nicho y de base, en el más alto nivel del sistema de salud pública de Estados Unidos. Los cambios radicales en las agencias encargadas de la política de salud pública y la investigación científica generaron miles de despidos y la reformulación de las directrices de vacunación.
Las medidas —algunas de las cuales contradijeron las promesas que hizo durante sus audiencias de confirmación— sacudieron a grupos médicos y funcionarios de varios estados liderados por demócratas, que respondieron con sus propios consejos sobre vacunas.