Asimismo, el economista asegura que el Gobierno previamente se ahorró otro episodio que hubiera generado fuerte reacción en los bonos y acciones argentinos: las bajas del ministro de Economía Luis Caputo y el titular del BCRA que, según asegura Cachanosky, presentaron las renuncias luego de que Milei haya decidido unilateralmente disminuir las retenciones al campo a fines de julio, pero el mandatario no se las aceptó.
A continuación, la entrevista completa en diálogo con Ámbito.
P.: En estas semanas se discute la volatilidad en las tasas de interés. Usted señala que hay que seguirlo de cerca porque hay algo que esa volatilidad quiere decir. ¿Qué es lo que nos está mostrando este movimiento en las tasas, particularmente?
Roberto Cachanosky: Bueno, a ver, yo creo que tiene que ver más que nada con la falta de un plan, de una política monetaria clara. Si vos te fijás, de golpe suben los encajes, de golpe abren una canilla de más liquidez, de golpe te ponen bonos al 69%. O sea, no hay una política monetaria clara.
Por ejemplo, el 14 de agosto, Pablo Quirno, en consonancia con la política de restringir la liquidez -porque habían quedado bollando 6 billones de pesos- lanzó una licitación fuera de agenda un lunes para absorber esa liquidez.
Pero si uno se mete en el sitio de la Secretaría de Finanzas en el sitio, en ninguna parte de los 22 objetivos figura que tiene que regular la liquidez del mercado. Esa es función del Banco Central. Entonces, pareciera que hay un Banco Central paralelo, además del original. El primero sube los encajes, después abre dando redescuentos o préstamos contra LECAPs que tenían que comprarle, y por otro lado aparece la Secretaría de Finanzas colocando bonos para absorber liquidez.
P.: ¿Atrás quedó la idea de una tasa endógena?
R.C.: Como no hay nada consistente, tenés esa volatilidad, que es resultado de que van para un lado y para el otro. Esta idea que, al menos inicialmente, planteaba el Gobierno de tener un cambio en la política monetaria para que la tasa sea endógena, no la estás viendo. La tasa no es endógena, ni de la dolarización ni de nada. Acá no hay nada endógeno.
Además, cuando en la licitación quedaron con el 61%, en realidad el mercado les había dicho: “De los $15 billones que me estás ofreciendo, yo quiero nada más que $9,7 billones”. Y terminaron colocando 9,2 o 9,3 billones. O sea, no es solamente un problema de tasa, sino de cantidad de liquidez o de bonos que el mercado financiero quiere absorber. Ya no es un problema de tasa: es que los bancos quieren tener liquidez y no tantos bonos.
P.: Me interesa lo que marca, porque la discusión gira en torno a si esta volatilidad es algo pasajero o es producto de un problema estructural. El Gobierno asumió prometiendo una dolarización. Desde ese momento hasta ahora, ¿dónde detecta el quiebre entre aquel proyecto y estas idas y vueltas poco claras que resalta?
R.C.: Es que la dolarización fue, te lo digo así, un verso de Milei. Él sabía que no se podía dolarizar. Y no se podía no porque uno esté a favor o en contra, sino porque no había dólares necesarios para rescatar la base monetaria y cancelar los pasivos remunerados.
Hay un libro de Emilio Ocampo, que iba a ser el presidente del Banco Central para cerrarlo, y de mi sobrino Nicolás, donde se debatía este tema de la dolarización. Me mandaron el borrador para que opinara y les dije: “Miren, está todo bien, pero ustedes quieren dolarizar y no van a poder”. O sea, se sabía que no había cómo dolarizar.
Pero Milei siguió vendiendo ese discurso porque era campaña. La gente pensó que iba a ir al cajero, tener dólares y cobrar en dólares. Les vendió esa ilusión. No es que hubo un cambio de opinión.
P.: También es cierto que aquellos que hubieran podido instrumentar el plan, no lo acompañaron en el equipo económico.
R.C.: Fijate que primero lo nombra a Ocampo, después ni le atiende el teléfono, y pone a Bausili, socio de Caputo. Y hoy hacen exactamente lo inverso: de decir que el peso era “excremento” a sostenerlo como moneda fuerte, atrasando artificialmente el tipo de cambio con tasas de interés, vendiendo futuros, etc. Se tiraron a la pileta sin tener un plan económico ni un equipo económico. Entonces, lo que hubo fue humo. No tenían ni siquiera un plan.
P.: Conversando con empresarios, aparece la idea de que algunas medidas, como las últimas en política monetaria o las retenciones, no vinieron de Caputo sino de Milei directamente. Sin embargo, no parecieran ser medidas de tinte liberal. ¿Podría ser el propio Milei el que toma medidas contrarias a lo que pregonaba?
R.C.: Primero, no son medidas liberales. Un liberal quiere que el tipo de cambio flote libremente. Y acá no flota libremente: dicen que sí entre bandas, pero en realidad venden futuros, manejan el tipo de cambio indirectamente moviendo la tasa de interés o ponen la zanahoria de la tasa para armar el carry trade.
La decisión de las retenciones, según lo que sé, fue de Milei. Incluso hubo un cortocircuito: en su momento Caputo y Bausili presentaron la renuncia. Después siguieron, pero ahí se hizo más grande el zafarrancho.
En política cambiaria, Milei dijo: “Voy a dolarizar”. Después puso a dedo un tipo de cambio con una devaluación y un crawling peg del 2% mensual, después 1% y luego bandas. Y en lo monetario, prometió emisión cero. Pero desde que llegó multiplicó por cuatro la base monetaria. Son datos del Banco Central.
Además, anunció emisión cero en julio de 2024, pero entre el 15 de julio y principios de agosto la base monetaria creció 102%. Es relato, como el kirchnerismo: dicen una cosa y hacen otra.
P.: ¿Considera que puede haber un cambio en la política cambiaria después de octubre?
R.C.: No descartaría que después de las elecciones se manden a mudar. Hoy están enredados en política monetaria y cambiaria, con tasas disparadas. Los bancos pagan 50% por plazos fijos. Eso es incompatible con la actividad económica. Ninguna actividad lícita puede sostener 50% de tasa real.
La actividad está estancada desde diciembre. El EMAE muestra dos meses de caída desestacionalizada. Supongo que en julio y agosto, con estas tasas, la caída fue peor.
P.: ¿Existe tal cosa como el “riesgo kuka” que plantea el Gobierno, de cara a las elecciones?
R.C.: Eso es relato. En juego para La Libertad Avanza hay solo dos diputados y algún senador. El único riesgo sería que el kirchnerismo gane en septiembre u octubre. Pero hoy la volatilidad viene más de la impericia económica que de la política.
P.: Durante la semana apareció un caso de corrupción en la Agencia Nacional de Discapacidad. Según su director, Diego Spagnuolo, la trama involucra a Karina Milei como principal responsable. ¿El mercado reacciona de igual forma si la corrupción viene de un gobierno peronista que de uno más alineado con los mercados?
R.C.: No, no lo toma igual. Esto le pega muy cerca a Karina y a Milei, les pican las balas al lado. Si abren los celulares de inmediato, como se pidió, puede haber bastante tensión en el mercado.
Además, la gente ya está agobiada económicamente. El índice de confianza del consumidor de la Di Tella cayó fuerte, sobre todo en Capital (25%) y en el GBA (13 o 14%). Si a eso se suman casos de corrupción, puede perder las elecciones o hacer una peor elección de la esperada. Y pueden aparecer otras fuerzas políticas que le saquen votos.
P.: ¿Qué alternativas ve frente a un gobierno peronista y otro de La Libertad Avanza?
R.C.: Yo soy liberal clásico. Creo en un Estado que exista, en instituciones, en un liberalismo republicano. Milei es anarcocapitalista en el discurso, pero en los hechos toma medidas intervencionistas. Grita que es el mejor gobierno de la historia con 700 puntos de riesgo país.
Nosotros proponemos otra opción: economía de mercado pero respetando instituciones, Congreso y oposición. Ni kirchnerismo ni mileísmo, que son dos proyectos autocráticos.
P.: Hablando del Congreso, superávit fiscal y los proyectos aprobados: ¿son compatibles?
R.C.: Sí, se puede. Por ejemplo, sin alterar el orden fiscal ni eliminar partidas, podrías —al menos de forma transitoria— aumentar el bono de $70.000 que está congelado desde marzo de 2024. Es una ayuda concreta para los jubilados.En el caso del Garrahan, estamos hablando de “monedas”. Mirá: los intereses devengados por LECAPs y BonCAPs en julio, de acuerdo con datos del Banco Central, fueron u$s14.500 millones en un mes. ¿Cómo no vas a poder bajar la tasa de interés, “perder” bonos y, si hace falta, pagar de alguna forma -emitiendo- para atender esas urgencias? Con un poco de eso podés subir el bono a $150.000, por decirte, y sostenerlo.Se puede mantener el orden fiscal, pero no de la forma en que lo están haciendo, por ejemplo, consumiéndose las rutas. Yo transito mucho por charlas en el sector rural y están destruidas, con pozos fenomenales. Bajar el gasto público consumiendo el stock de capital no tiene sentido.
Además, creo en la curva de Laffer: si bajás retenciones al sector agropecuario, va a producir más y vas a recaudar por otros impuestos -ganancias, por ejemplo-. Prefiero tomar deuda transitoria mientras recuperás actividad, para mejorar el perfil con menos impuestos y más producción, antes que endeudarme solo para mantener abajo el tipo de cambio.
P.: Sobre su candidatura: ¿qué dicen las encuestas de imagen?
R.C.: Hice una encuesta hace unos meses en CABA: me daba 7,5% seguro, y con el “muy posiblemente” llegaba a 15%.
Ahora voy por Provincia de Buenos Aires. Es mucho más grande, como empezó Milei. No hay mediciones aún con todos los candidatos. Al principio me pregunté para qué me metí en esto, pero con el escándalo y el lío económico capaz termino haciendo un papel decoroso. Y en el peor de los casos me vuelvo a lo mío, con mi prestigio intacto.