sábado, 26 de julio de 2025 09:40
Un informe del Observatorio Argentinos por la Educación encendió las alertas en el sistema educativo, el 63% de los estudiantes de sexto grado en Argentina reconoció haber sido víctima de alguna forma de agresión o discriminación en la escuela. El dato, considerado preocupante por especialistas, padres y docentes, visibiliza el impacto emocional y social que estas situaciones generan en los chicos.
Aunque el estudio no mide específicamente el bullying, Alejandro Castro Santander, director del Observatorio de la Convivencia Escolar, advierte que estas agresiones son un terreno fértil para que el acoso sistemático se desarrolle. “El bullying suele ser un fenómeno silencioso. Los chicos no lo denuncian porque temen que el adulto no sepa cómo actuar o incluso empeore la situación”, explicó.
Discriminación por el aspecto físico, intereses personales u orientación sexual son las causas más mencionadas por los alumnos.
Además, 4 de cada 10 chicos que sufren violencia escolar no se lo cuentan a nadie, ni a sus docentes ni a sus familias. En muchos casos, solo confían en un amigo o, peor aún, intentan vincularse con el agresor para evitar un mayor aislamiento.
Desde el ámbito escolar, muchas veces el problema no se detecta a tiempo. “Los docentes suelen enterarse cuando el conflicto ya escaló. Faltan herramientas, formación y políticas preventivas claras”, señaló Castro Santander.
El rol de la familia también es clave. “Es la primera escuela, donde se aprenden valores como el respeto y la tolerancia. Si eso no se trabaja en casa, llega débil a las aulas”, remarcan desde el Observatorio.
Frente a este panorama, proponen un enfoque preventivo integral, que incluya desde el nivel inicial hasta los últimos años, con programas que involucren a todos los actores: alumnos, docentes, directivos y familias. Ejemplos internacionales como el programa KiVa en Finlandia que ofrecen resultados alentadores, aunque su implementación debe adaptarse al contexto argentino.
El rol del espectador, ese alumno que observa pero no participa activamente, también está en la mira de los especialistas. “El bullying muchas veces se ejerce para demostrar poder. Si los testigos se mantienen pasivos, refuerzan al agresor. Necesitamos trabajar con ellos, fomentar la empatía y promover la intervención”, concluyó el especialista.