La movilización fue convocada luego de que se conociera que Jorge Torres, el acusado, fue condenado a solo tres años de prisión en suspenso, lo que implica que no irá a la cárcel. La indignación creció cuando Micaela hizo público su testimonio en redes, cuestionando lo que describió como una “impunidad disfrazada de condena”.
Torres había llegado a juicio imputado por el delito de abuso sexual gravemente ultrajante, agravado por el vínculo familiar y el daño psicológico causado a la víctima. Sin embargo, el juicio por jurado modificó la calificación legal a abuso sexual simple, una figura penal que permite una pena en suspenso. Esta decisión, que resultó en una condena sin prisión efectiva, fue el detonante de la protesta encabezada por la joven y respaldada por organizaciones feministas, activistas y ciudadanos.
Con profunda angustia, Micaela expresó ante la prensa: “Mi lucha de ocho años y mis catorce años de sufrimiento deberían ser tenidos en cuenta. Este hombre no puede andar libre como si nada. Acá algo pasó en la Justicia”. La joven también relató detalles estremecedores del calvario vivido: amenazas, torturas físicas, el asesinato de sus mascotas y un constante estado de miedo. “No sé cómo poner en palabras lo horrible que fue vivir con él”, agregó, visiblemente conmocionada.
Uno de los puntos más alarmantes que mencionó Micaela es que su hermana menor aún convive con Jorge Torres, lo que considera una amenaza latente. Por eso, su reclamo no se detiene solo en lo simbólico: exige una revisión judicial que contemple la gravedad de los hechos denunciados. “Lo único que quiero es que él vaya preso y poder empezar a vivir en paz”, dijo entre lágrimas.