lunes, 21 de julio de 2025 02:36
En su largo duelo posderrota electoral 2023, el peronismo atravesó -y atraviesa- un camino complejo hacia la anhelada recuperación, que incluyó una etapa de virtual acefalía, cuando el caído en desgracia Alberto Fernández seguía ostentando la presidencia del PJ en los papeles, pero nadie conducía la fuerza política con mayor cantidad de afiliados. Luego de una interna frustrada que hubiera sido saludable para legitimar el poder partidario, pero que fue resuelta en el escritorio, tomó el mando Cristina Fernández de Kirchner, aunque como una sombra de la potencia que supo ser. Los gobernadores no la acompañaban, los rencores por viejos errores -asumidos unos, no asumidos otros- y la desconfianza de seguir en la tesitura que había llevado a la caída, impedían el renacer. Fue al cabo un suceso infeliz, el que mostró la puerta de salida. La condena y encarcelamiento de la propia CFK, con sus matices abusivos, terminó por marcar un límite y un punto de partida para la reconstrucción.
El recorrido no es ni será sencillo, pero se han dado algunos pasos, entre ellos la unidad con nuevos y viejos actores que pugnan por sus propias apetencias sin perder de vista que una ruptura equivale a allanar el camino a la consolidación del proyecto libertario. Hasta aquí, todo se asemeja más a una tregua obligada que a una convicción homogénea, pero no deja de ser un comienzo. Así lo demostró el cierre de listas para las elecciones del gigantesco territorio bonaerense, donde de modo muy conflictivo se concertaron listas cuyo mayor mérito fue impedir el quiebre general. Sigue sin haber una conducción clara, pero al menos van juntos quienes pugnan por liderar. Es así que hay ahora un justicialismo de tercios, con el kirchnerismo, el massismo y el sector de Axel Kicillof tratando de convivir.
La enorme incidencia de Buenos Aires en una elección nacional, innegable e indiscutible por la magnitud de su electorado, no alcanza sin embargo para considerar encaminada la solución. El peronismo debe todavía cerrar filas con gobernadores, sindicatos, intendentes y, sobre todo, con la ciudadanía, mostrando algo más que su fastidio con las políticas, decisiones y modales de Javier Milei. Los resultados mandan y el escrutinio de septiembre en el bastión de Axel dirá qué tan potable es esta estructura atada con alambre y por pura necesidad. Si el pueblo acompaña, habrá un futuro promisorio con objetivos muy concretos para 2027. Si el itinerario conduce a otro traspié, el horizonte se tornará terriblemente oscuro para los abanderados de la justicia social.
El Esquiú.com