Luego del primer giro inesperado en la herencia de Beatriz Sarlo, cuando el encargado del edificio donde ella vivía, Melanio Alberto Meza López, presentó un testamento ológrafo donde aseguraba que él era legítimo dueño del departamento y de la gata de la ensayista, se supo que ya estan los resultados de la pericia caligráfica del documento.
El resultado todavía no se compartió, pero varias personas que conocían su redacción habían anticipado que el texto seguramente pertenecía a Sarlo, lo que cuestionaban era la validez de ese texto que podía tener más de una interpretación.
Mientras tanto, la jueza Cecilia Kandus, a cargo del Juzgado Nacional Civil Nº 24, había ordenado el inventario de todo los bienes del departamento y el cambio de la cerradura, según consignó Susana Reinoso para Clarín.
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El juicio sucesorio de Sarlo había sido iniciado por su exmarido, Alberto Sato, de quien no se había divorciado legalmente, pero de quien estaba separada de hecho hacía 50 años. Melanio Alberto Meza López, el encargado, reclamó con dos manuscritos atribuidos a Sarlo, el departamento y la gata Nini.
El derrotero de la causa Sarlo
El juez Carlos Goggi, del Juzgado Nacional Civil Nº 91, en un primer momento había excluido a Sato del reclamo, pero su abogado apeló, tras lo cual la Sala E de la Cámara Civil lo “rehabilitó”.
Poco después, Goggi se excusó de seguir en la causa, en ese momento la causa pasó al juez Fernando Cesari, titular del Juzgado Nacional Civil Nº 60. Este magistrado también se excusó debido a que la madre médica de Agustín Lipovsek, abogado de Sato, atendía a los hijos del juez. Cesari invocó “razones de decoro y delicadeza”, sin embargo, la Cámara le devolvió el expediente por no hallar razones de “violencia moral”. Tras este derrotero la causa llegó a manos de la jueza Cecilia Kandus, en el Juzgado Nacional Civil Nº 24 y retornó al juez Cesari.
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Paralelamente, también se sumó a la disputa Ernestina del Río, prima hermana de Sarlo que insiste en la recusación a Cesari para sostener la causa en manos de la jueza Kandus.
Para la pericia caligráfica se compara la letra del presunto testamento con otros escritos de la ensayista para corroborar la validez y también para analizar detalles relacionados con el estado de la autora al momento de la escritura. Para esto último también se citará a testigos del círculo íntimo de Sarlo para que detallen el estado de lucidez de la escritora durante el último año. Lo único heredado hasta el momento es la gata Niní, que continúa en manos del portero.
RB / Gi