Hace apenas 4 días una llamada desde Washington encendió una luz de esperanza: Nahuel Gallo, que está detenido ilegalmente en venezuela desde el 8 de diciembre de 2024, había sido incluido en una lista de presos políticos por los que Estados Unidos negociaba directamente con el régimen de Nicolás Maduro. La movida fue leída como un gesto político hacia el gobierno de Javier Milei, que reclamó la liberación de Gallo en reiteradas oportunidades.
Las gestiones estaban siendo encabezadas por el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, en el marco de una operación para lograr la liberación de 10 ciudadanos estadounidenses secuestrados en Venezuela. La inclusión de Gallo como el único argentino en la lista fue celebrada en los despachos oficiales de Buenos Aires, pero el alivio duró poco.
Exigencias imposibles y una libertad postergada
Según fuentes diplomáticas, cuando todo parecía acordado, el régimen chavista cambió las reglas del juego y exigió una nueva condición para liberar a Gallo. La Casa Blanca consideró el pedido como «imposible de cumplir» y la operación se cayó. El gobierno norteamericano no hizo públicas cuales eran esas exigencias.
En paralelo, Maduro concretó el canje de 10 rehenes estadounidenses por integrantes del Tren de Aragua, una poderosa organización criminal con vínculos regionales. Las imágenes de los liberados viajando a EE.UU. dieron la vuelta al mundo, pero Nahuel Gallo no estaba entre ellos.El catamarqueño figuraba como el número 11 en la llamada “lista de buena fe”, y su liberación dependía de una última aprobación.