La Ilíada de Galperin: batalla final contra Ingresos Brutos

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La Ilíada es un poema griego escrito por Homero en el siglo VIII a.C. Narra 51 días de la Guerra de Troya, centrándose fundamentalmente en el asedio de la ciudad. Es una obra coral, donde se cuentan las historias cruzadas de varios protagonistas del evento. Sin embargo, podría decirse, que la principal acción corresponde a los eventos vinculados a Aquiles. Guerrero legendario de la mitología griega, se convierte en el protagonista central de la historia del sitio a Troya al decidir participar en la guerra primero buscando, quizá, la gloria, retirarse temporalmente del conflicto por una interna en las fuerzas sitiadoras y volcarse de lleno finalmente en la búsqueda de la venganza final. Lo notable de la irrupción del guerrero en las batallas por la conquista de Troya, fue su característica de vengador solitario, impredecible, irascible y terminal. Logrando que por algunos momentos se deje de enfocar la historia en el conflicto de fondo, para adentrarse en la épica personal del guerrero.

Leyendas aparte, salvando las grandísimas distancias para la humanidad y las licencias del caso; la irrupción de Aquiles tiene algún punto de contacto en el desarrollo de la batalla impositiva más importante que lleva adelante el país. Y que en las últimas jornadas tuvo la irrupción de un guerrero solitario que el trayecto futuro del conflicto definirá su clase de heroicidad en la materia.

Si tenemos en cuenta (y todos los analistas coinciden) que la Argentina pide a gritos una reforma tributaria, ya que el sistema impositivo directamente no da más y reclama cambios urgentes, el principal problema a solucionar es la existencia de una carga de origen medieval que transforma el pago mensual de las obligaciones fiscales de los privados en una Odisea (volviendo a Homero). Sin incluir la eliminación de Ingresos Brutos, no habrá cambios efectivos y progresistas en el sistema impositivo, y todo será un parche. Si bien todos los impuestos necesitan su restyling (IVA, Ganancias, Bienes Personales y retenciones y el largo etcétera), además de algunos que merecen su eyección definitiva; el tema Ingresos Brutos es imprescindible. No habrá cambio positivo si no se avanza en su cambio total y final. Todos lo saben. Hasta sus defensores.

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Ingresos Brutos fue introducido en el sistema impositivo local en 1977, durante la última dictadura militar y en el marco de la reforma tributaria integral que el país ejecutó con la creación del IVA, y en reemplazo al anterior Impuesto a las Actividades Comerciales. Se aplica a todas las provincias argentinas y a la Ciudad de Buenos Aires, con alícuotas que van de 1,5% a 5%; las que con la nueva autorización del Congreso pueden aún incrementarse más. Se aplica a las empresas involucradas en actividades comerciales, industriales, agrícolas, financieras o profesionales y la alícuota depende del criterio distrito y de la industria. Su brazo ejecutor son los gobernadores, quienes disponen de esta herramienta como su principal fuente de ingresos de manera directa, sin pasar por la Nación. Así es su esencia, y su principal falencia. Y peligrosidad.

Volviendo a la épica y la leyenda de Aquiles, la batalla por la eliminación de Ingresos Brutos, comenzó en enero de este año, cuando Javier Milei y su ministro de Economía Luis “Toto” Caputo avanzaron sobre Troya; anunciando el final del impuesto y su reemplazo por un “Súper IVA” que sería recaudado por la Nación y que asumiría bajo su responsabilidad Ingresos Brutos. Complementariamente, se prohibiría, siempre por ley, cualquier otro tributo referido al consumo en cualquier territorio del país.

Milei había dicho alguna vez en campaña que se trataba del peor impuesto. Y que en su gestión se avanzaría en la tan demorada ley de Coparticipación Federal, incluida de una fallida manera obligatoria en la reforma constitucional del 94, donde el principal capítulo sería la eliminación de esta carga tributaria. El primer año de la gestión libertaria no incluyó este tema en la política de relación con las provincias, ni en la presión de la Casa Rosada sobre las gobernaciones. Había otras cuestiones más urgentes. Como reducir a cero la obra pública. Sin embargo, todo cambió en enero de este año. El ministro, sin freno, pidió abiertamente a las provincias y a los municipios que reduzcan este impuesto, como paso inicial para su total eliminación. Hecho que debiese ocurrir en el 2026, cuando el Gobierno nacional cumpla con la promesa juramentada ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y firmada en las Sagradas Escrituras del Facilidades Extendidas firmado el 11 de abril pasado, de avanzar con la reforma impositiva tan ansiada y demorada. La que debería incluir los cambios finales de Ingresos Brutos. El anuncio del Gobierno convocó a varios apoyos directos desde tradicionales entidades empresarias, como la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), la Sociedad Rural Argentina (SRA), la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba), la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA) y la Unión Industrial Argentina (UIA). Sin embargo, el mayor guerrero que se sumó a la batalla fue el más moderno, polémico y, quizá, poderoso de los privados: Marcos Galperin y su Mercado Libre-Mercado Pago. Y aquí la avanzada contra Ingresos Brutos tiene su Aquiles.

El empresario, quien en el 2026 dejará de ser el responsable diario y directo de sus grandes creaciones privadas, apuntó a los gobernadores calificando al tributo como “injusto” y “perjudicial” para las economías locales, argumentando que afecta a consumidores y PyMEs. Argumentó con certeza que se trata de un impuesto “cascada”, que grava el total de lo facturado y no las ganancias, generando una presión inflacionaria sobre los precios. Hubo una primera reacción del responsable de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, quien embistió contra Galperin, defendiendo el tributo y asegurando que se trata de una herramienta necesaria para financiar inversiones clave en infraestructura y combatir la evasión fiscal, en tiempos de ajuste eterno desde la Nación a las gobernaciones. El conflicto escaló en las últimas semanas, luego de que Pullaro anunciara la aplicación de una alícuota de 9% en Ingresos Brutos (récord mundial para el tributo) argumentando a través de Pablo Olivares, ministro de Economía provincial, que Mercado Pago favorece al narco ya que “en muchos sitios o búnkeres donde se comercializa droga se secuestran dispositivos Point (lectores de tarjeta y QR) de Mercado Pago”, y que se “facilita indirectamente las transacciones de los narcos, el Estado de Santa Fe debe destinar recursos de Ingresos Brutos para financiar las políticas de seguridad y el accionar policial para combatir estas mismas actividades ilícitas”. La empresa contestó de manera dura y directa. “Las declaraciones del ministro de Economía de Santa Fe buscan desviar la discusión con acusaciones infundadas y no resuelven el problema de fondo: la suba de Ingresos Brutos de la Ley Fiscal 2025 de su provincia”, fue la respuesta de la empresa. Se hizo un anuncio demoledor para la recaudación de Santa Fe, si se tiene en cuenta que el 30% del comercio de todo el país se hace vía digital: “hasta ahora, los cargos por vender en Mercado Libre y Mercado Pago eran iguales en todo el país, pero las diferencias cada vez mayores en las alícuotas de Ingresos Brutos entre provincias terminan perjudicando a quienes trabajan y compran en aquellas con menor carga impositiva”. Acto seguido, los costos para operar desde Santa Fe aumentaron, ejecutando una mayor presión inflacionaria sobre el comercio de bienes en la provincia y convirtiendo a Pullaro en un encarecedor de los costos de sus votantes. Especialmente los más jóvenes. Los que lo llevaron al poder. Como despedida, el comunicado de Galperin definió que “Ingresos Brutos es un impuesto distorsivo que afecta a vendedores y consumidores, encarece los productos y servicios, va en contra de la formalización, reduce la competitividad y genera mayores costos”. Pullaro contestó con una frase traída de los 70 del siglo pasado: “Nosotros a los bancos sí le cobramos más Ingresos Brutos, les cobramos 9%, porque estamos en contra de la actividad financiera”. Irremontable.

Vencido Pullaro, Galperin inauguró un segundo frente de batalla contra Ingresos Brutos. Esta semana que termina, Mercado Libre anunció el cierre de sus oficinas en Córdoba capital, alegando que las tasas municipales alcanzaban los $ 770 millones mensuales, el monto más alto del país según la empresa. A partir de agosto, sus 1.260 empleados pasarán a trabajar 100% en modalidad remota, sin despidos y afectando directamente al comercio de la segunda ciudad más importante del país. La compañía calificó las tasas como “totalmente desproporcionadas” y sin contraprestación en infraestructura o servicios, denunció que el esquema fiscal desalienta la inversión y el desarrollo, y que la presión tributaria genera inflación. Finalmente, en redes sociales, el presidente de Mercado Libre Argentina, Juan Martín de la Serna, ironizó: “Increíble, pero real”. Desde la política, y viendo el traspié verbal de Pullaro, el intendente Daniel Passerini y el exgobernador Martín Llaryora evitaron confrontar directamente, y sólo hubo algún off the record calificando la posición de la compañía como “totalmente política”. No mucho más. Por ahora.

Se presiente el próximo objetivo de Galperin en esta batalla por Ingresos Brutos. En su listado de provincias que cobran alícuotas superiores al resto de las gobernaciones, aparece Jujuy; donde manda Carlos Sadir, quien ya debe estar trabajando en sus declaraciones defensivas.

Una curiosidad de estas embestidas: Pullaro es radical llegado al gobierno luego de una interna de Unidos para Cambiar Santa Fe (la sucesión de Cambiemos en la provincia) en la que venció a Carolina Losada. Llaryora es peronista de la rama de los abrazables desde los empresarios privados, al menos en la comparación con el kirchnerismo y el kicillofismo. Y Sadir es gobernador por Cambia Jujuy, sucesor de Gerardo Morales, radical de origen y enfrentado históricamente, por ejemplo, con Milagro Sala. En síntesis, ninguna de las víctimas de Galperin obedece a los enemigos declarados de la gestión de Javier Milei a nivel nacional. La tribuna que vive esta Ilíada como un espectáculo fascinante, piensa y reclama el capítulo más central de la trifulca: el momento en que se discuta el impuesto en la provincia de Buenos Aires.

Otra curiosidad. La guerra por Ingresos Brutos es un terreno donde todos los privados apoyan a Galperin y Mercado Libre-Mercado Pago. Sin distinciones. No es un dato menor, teniendo en cuenta que la otra batalla del empresario y la empresa más importante de la historia argentina por su facturación y preeminencia, está en pleno conflicto de final abierto contra todo el sistema financiero argentino por su idea de convertirse en banco y “democratizar” todo el esquema de créditos, débitos y servicios monetarios del país.

La batalla por Ingresos Brutos transitará por ahora en las desventuras del Aquiles que tomó la guerra en sus manos. Pero se espera la aparición del capítulo fundamental. El Ejecutivo tiene pensado un proyecto majestuoso a ojos de los libertarios: una reforma impositiva integral; basada en la simplificación del sistema tributario argentino, con la intención de reducir las casi 140 tasas y contribuciones a no más de veinte. En todo el país. Como se dijo, un reclamo histórico de los contribuyentes criollos, que deben lidiar con uno de los sistemas impositivos más retrógrados, irritantes e injustos del globo. El problema para los gobernadores está en la idea-base del proyecto que Milei, Caputo (ministro) y los técnicos libertarios que trabajan en la letra fina de la reforma. El lanzamiento de una especie de “Súper IVA”, que concentre no sólo al Impuesto al Valor Agregado, sino que sume además, el denominado tributo a los Ingresos Brutos que cobran hoy las provincias y la Ciudad de Buenos Aires; y que representa la segunda mayor fuente de ingresos de las regiones, después de la coparticipación. La idea sobre la que se trabaja es simple: al IVA del 21% (nadie piensa en una disminución), se le sumaría la tasa de ingresos brutos local, que según la provincia pasa de un 1,5 a un 5%. Suponiendo una alícuota provincial de 2%, la tasa pasaría al 23%; dinero que sería recaudado en su totalidad por la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA), y que pasaría a ser luego de ingresado en el ahora organismo recaudador, girado a las provincias. De-sapareciendo Ingresos Brutos. Y cualquier otra posibilidad de un tributo al comercio regional.

Éste será el momento de la toma de Troya, en el caso que se apruebe en el Congreso en el 2026, obviamente.

Mientras tanto, cerremos con la metáfora de Aquiles. La leyenda cuenta que finalmente el guerrero no vio la caída de Troya, ya que fue herido en combate en su único punto vulnerable: su talón. Final para tener en cuenta en la batalla local por Ingresos Brutos y su principal héroe contra la alícuota medieval.

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