«El agua que movió el mundo»: un estudio reveló que las represas desviaron el eje de la Tierra

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Durante casi dos siglos, el ser humano construyó represas con fines energéticos, agrícolas o de contención. Sin embargo, una nueva investigación científica acaba de demostrar que ese proceso tuvo una consecuencia inesperada: la acumulación de agua en miles de embalses modificó el eje de rotación de la Tierra y redujo el nivel global del mar.

El estudio, publicado en Geophysical Research Letters, estimó que el eje terrestre se desplazó aproximadamente un metro por el peso del agua almacenada en 6862 represas construidas entre 1835 y 2011. Además, el volumen embalsado provocó una caída de 21 milímetros en el nivel del mar, al haber sido extraído de los océanos.

Cómo se corrió el eje terrestre

La Tierra, explicaron los autores, no es una esfera rígida sino un sistema dinámico: su corteza se asienta sobre una capa interna de magma que permite pequeñas oscilaciones cuando se redistribuye la masa del planeta.

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Central hidroeléctrica de Belo Monte. Brasil.

“Cualquier movimiento de masa dentro de la Tierra o en su superficie altera la orientación del eje de rotación”, indicaron los investigadores. Este fenómeno es conocido como desplazamiento polar verdadero.

La NASA confirmó que la gigantesca presa de Las Tres Gargantas en China ralentizó la rotación de la Tierra

En este caso, el agua embalsada fue suficiente para provocar ese corrimiento. Y no fue uniforme: se detectaron dos grandes etapas. En la primera, entre 1835 y 1954, el auge de represas en Europa y América del Norte provocó un desvío del Polo Norte hacia el este, unos 20 centímetros. En la segunda, entre 1954 y 2011, la construcción en Asia y África Oriental lo empujó hacia el oeste, con un desplazamiento mayor: 57 centímetros.

Efecto colateral: el nivel del mar

El mismo proceso que alteró el eje de la Tierra también tuvo impacto sobre los océanos. Según el estudio, la humanidad logró frenar parte del aumento del nivel del mar al retener agua en tierra firme.

Durante el siglo XX, el mar subió en promedio 1,2 mm por año, pero las presas contuvieron cerca del 25% de ese incremento. Esto no solo modifica los cálculos sobre el cambio climático, sino que introduce una variable crítica para los modelos oceanográficos actuales: la ubicación de los embalses también importa.

Central hidroeléctrica de Krasnoyarsk. Rusia.

La forma en que se redistribuye la masa cambia la gravedad local y el campo geodinámico del planeta”, explicó Natasha Valencic, autora principal del estudio y especialista en Ciencias Planetarias de la Universidad de Harvard.

Una advertencia que mira al futuro

Aunque el movimiento fue leve —solo un metro en casi dos siglos—, el hallazgo tiene implicancias de largo alcance. Por un lado, revela que las obras humanas pueden alterar la dinámica del planeta incluso en formas que antes se creían exclusivas de la naturaleza. Por otro, plantea nuevos desafíos para prever qué ocurrirá si el derretimiento de los hielos polares continúa.

Rotación de la Tierra: se viene el día más corto de la historia del planeta

“El desplazamiento que provocaron los embalses es una pista para proyectar el efecto que podrían tener los glaciares”, subrayaron los investigadores. A diferencia de las represas, los mantos de hielo contienen una masa mucho mayor, lo que podría acelerar la alteración del eje terrestre si se derriten rápidamente por el calentamiento global.

El trabajo advierte que los modelos de predicción climática deberán incorporar nuevas variables si se quiere afinar la medición del nivel del mar. Hasta ahora, la mayoría de los estudios se concentraba en el derretimiento de hielos o la expansión térmica del agua. Ahora, el almacenamiento artificial también entra en juego.

A la espera del día más corto de la historia: qué consecuencias tendría una rotación más rápida de la Tierra

Por eso, los autores sugieren que gobiernos y organismos internacionales comiencen a contemplar el efecto geofísico de las infraestructuras hídricas, especialmente en zonas costeras donde pequeñas variaciones pueden significar grandes riesgos.

“Las decisiones sobre dónde construir una presa ya no deben pensarse solo desde lo económico o lo ecológico local, sino también desde el impacto geofísico global”, afirmaron.

El desplazamiento del eje no va a provocar catástrofes inmediatas, pero confirma que la Tierra es más sensible a nuestras acciones de lo que imaginábamos. Cada gran intervención humana —ya sea una represa, una mina o una megaciudad— modifica la distribución de masa sobre el planeta, y con ello, su equilibrio.

La sorprendente verdad sobre cómo apareció el agua en la Tierra, según científicos de Oxford

Entender ese vínculo es clave para anticipar los efectos del cambio climático y pensar estrategias más integrales de sostenibilidad. El mensaje de los científicos es claro: aunque no lo veamos, el mundo se mueve con nosotros.

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