«Todo se puede en la vida con sacrificio y esmero», escribió Giuliano Beltramello en su cuenta de Instagram. Pero más que un posteo, fue una confesión íntima hecha bandera. Porque él sabe de sacrificio. Sabe de esfuerzo, de caerse y levantarse. De pelear cada metro de cancha, dentro y fuera de ella. Para él, no fue un partido más: fue el día que todo valió la pena, el día en que todo lo soñado —y entrenado— se volvió realidad.
Giuliano tiene 17 años y una pasión desenfrenada por el fútbol. Lo vive con una intensidad que asombra, que emociona, que inspira. Su discapacidad motora nunca fue un freno, sino un motivo más para ir por todo. Y lo viene demostrando desde siempre.
Su historia ya tenía un capítulo de película: el día que debutó en las inferiores de Obreros de San Isidro… y marcó un gol. Aquel momento quedó en la memoria de todos los que estuvieron ahí. No por el resultado, sino por la emoción que despertó ese festejo cargado de verdad.
Ahora, el 6 de julio de 2025, le llegó otra recompensa enorme: su debut en Primera. Y no solo eso: lo hizo como capitán de Sumalao. Con 17 años, con el corazón por delante de todo, y con esa entrega silenciosa de siempre.
No pide privilegios. Solo quiere jugar. Y lo hace con una intensidad que contagia. Por eso la cinta de capitán no fue un símbolo casual: fue un reconocimiento a su temple, a su constancia, a ese fuego interior que lo empuja a seguir creciendo.
Fanático de Cristiano Ronaldo, no lo admira solo por los goles, sino por la mentalidad, la disciplina, la obsesión por mejorar cada día. Y él mismo lo refleja: es el primero en llegar a entrenar y el último en irse. Siempre. Sin excusas.
Giuliano no juega solo al fútbol: lo honra. Y cada vez que entra a la cancha lo hace con la convicción de quien sabe que está cumpliendo su sueño, pero también dejando un mensaje: nada es imposible si se hace con pasión y coraje.