Avanza la agenda federal

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El reclamo por la devolución de los recursos arrebatados por la Casa Rosada conjuró la fragmentación política y amalgamó la heterogeneidad de las tribus provinciales tras un objetivo común. Javier Milei respondió con su aglutinante dilecto, que a esta altura puede considerarse exclusivo y excluyente: el odio mesiánico a lo que denomina “la casta”, ya circunscripta al kirchnerismo, y la denigración de cualquiera que no se someta a los caprichos de su egolatría.

Parásitos mentales, degenerados fiscales, econochantas, mandriles, pelotudos, imbéciles, ratas inmundas… La inventiva presidencial para el insulto es directamente proporcional a la incompetencia para generar relaciones institucionales razonables, que redunden en previsibilidad política.

En tal contraste, se destaca una detalle inconveniente para la corajuda imagen que Milei pretende proyectar: soberbio hasta lo desagradable cuando se supone triunfante, se apichona en episodios comprometedores como el de la criptoestafa con LIBRA. Torazo en rodeo propio y manso ternero en rodeo ajeno.

La épica federal es un ingrediente poderoso que los gobernadores intentarán imponer, cada uno con su impronta y desmarcados de los liderazgos metropolitanos en declive. La épica federal es un ingrediente poderoso que los gobernadores intentarán imponer, cada uno con su impronta y desmarcados de los liderazgos metropolitanos en declive.

El proyecto de ley para coparticipar la totalidad de los Aportes del Tesoro Nacional y el 57% del Impuesto a los Combustibles configura un punto de inflexión en el vínculo de las Fuerzas del Cielo con el resto de los actores del sistema político. Es un hecho político muy significativo en un derrotero que la narrativa libertaria se encargó amojonar la retórica de supuestos hitos históricos trascendentales.

Los 24 mandatarios del país suscribieron el anuncio. Luego se superpusieron la arremetida los 13 del Norte Grande y el Litoral para establecer una tarifa de energía diferenciada y la de los de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos para exigir la baja de las retenciones al agro.

Antinomia en eclipse

Milei consiguió derrotar a Mauricio Macri en las elecciones de CABA y se ha puesto a la cabeza de la campaña para las de Provincia de Buenos Aires, que se celebrarán en septiembre.

En ese empeño, se aferra a la antinomia kirchnerismo/antikirchnerismo para fustigar al gobernador Axel Kicillof, “pichón de Stalin” que postula como paradigma de los degenerados fiscales afincados en las provincias.

El intenso protagonismo que le dio a Cristina Kirchner la ratificación de la condena por corrupción en la Corte Suprema abona en los libretistas libertarios la presunción de que todavía pueden obtener réditos electorales de la vieja grieta, pero la tensión dramática duró lo que un fogonazo y la disputa por los fondos federales comienza a ganar espacio desde el interior.

Por muchos que se esfuercen las Fuerzas del Cielo, resulta arduo emparentar con el kirchnerismo a gobernadores como Rogelio Frigerio, Maximiliano Pullaro, Alfredo Cornejo, Ignacio Torres, Jorge Macri, Sergio Zillioto o Martín Llaryora. Tampoco dan el “phisique du role” peronistas como Raúl Jalil, Gustavo Sáenz u Osvaldo Jaldo, denostados por la propia CFK.

Con el eclipse de los liderazgos de Macri y Cristina, el relato libertario comienza a desfasarse de la dinámica política. La veta antikirchnerista se arrima al agotamiento.

El primer “Che Milei” emitido por CFK desde la prisión domiciliaria ofreció un indicio revelador al respecto: “Fijate, porque ya no tenés qué ajustar. Te quedás con guita que es de las provincias”, tuiteó entre las críticas al modelo económico libertario que a su criterio “se cae”.

Acechada por el ocaso, la ex presidenta olfatea el giro que empieza a dar la agenda electoral y comienza a acomodarse.

Concertación

Que la convergencia de los caciques territoriales está muy lejos de traducirse en una oferta electoral única podría interpretarse como un déficit favorable a las Fuerzas del Cielo, que plantaría candidatos en todos los distritos para octubre cuando lo que eran Unión por la Patria y Juntos por el Cambio han sucumbido en la balcanización.

Sin embargo, la épica federal es un ingrediente poderoso que los gobernadores intentarán imponer, cada uno con su impronta y desmarcados de los liderazgos metropolitanos en declive.

Los ingredientes distritales tramarán la campaña, en tensión con la “ola violeta” impregnada de un antikirchnerismo rabioso que empieza a quedar vetusto, demasiado parecido a excusa para eludir el desafío de la demanda social en mutación.

Es lógica política estricta, que conviene desacoplar de las proyecciones hacia 2027.

En la coyuntura de desconcierto nacional, el único factor de concertación es la defensa de los fondos provinciales y el único camino viable para resistir los sablazos del orden libertario es robustecer la representación parlamentaria.

Cerradas las alternativas de negociación con la Casa Rosada, no es casual que los gobernadores trasladen la pelea al Congreso. Todos pusieron la firma y se comprometieron a respaldar la coparticipación de los ATN y el Impuesto a los Combustibles. No piden recursos adicionales: exigen los que la Casa Rosada les ha sustraído para solventar las criaturas financieras de Luis “Toto” Caputo.

Será muy difícil desertar sin convertirse en un paria de esta disputa, que enfrenta a Milei con su fragilidad esencial: la exigüidad parlamentaria. Los gobernadores no sólo están en condiciones de imponer leyes, sino también de neutralizar los intentos de vetarlas.

Tampoco es casual que los gobernadores recojan la adhesión de los intendentes.

En el caso de Catamarca, la previsible adhesión del capitalino Gustavo Saadi a la pelea que da el gobernador Raúl Jalil fue sucedida por la de jefes comunales identificados con radicalismo, que tomaron distancia de las críticas al reclamo federal planteadas por el diputado nacional Francisco Monti y otros empelucados catamarqueños de menor rango.

Quienes tienen que pagar planillas salariales y financiar obras y servicios de los que la Nación ha desertado no pueden darse el lujo de la intransigencia ideológica y las rabietas inconducentes.

La propuesta de Milei no podría ser más nítida: conseguir en octubre los números en el Congreso para acentuar la motosierra sobre las provincias, “última trinchera que encontró la casta política para acuartelarse y seguir exprimiendo los bolsillos de la ciudadanía”.

El ministro de Desregulación Federico Sturzenegger, entusiasta adalid del aserradero, arengó a las tropas libertarias para la batalla bonaerense: “¡Vamos a Waterloo!”.

Incierta analogía histórica. No explicó si Milei sería el derrotado Napoleón, figura que le encanta, o el victorioso duque de Wellington, Arthur Wellesley.

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