El Gobierno habilita a particulares a importar autos: otra apuesta al mercado sin control
Sturzenegger oficializó la apertura para traer autos nuevos sin intermediarios locales.
En su cruzada desreguladora, el gobierno de Javier Milei avanza ahora sobre el mercado automotor. Según anunció Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, se permitirá que cualquier particular importe vehículos nuevos y usados sin necesidad de intermediarios ni representación oficial en el país.
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Fiel a su estilo, el ministro desregulador simplificó el asunto a la mínima expresión: “Antes pedían una licencia. Ahora, si un auto en Estados Unidos anda y en Europa lo dejan andar, vamos a presumir que acá también”, lanzó en una entrevista concedida a un canal de streaming. Como si la normativa técnica y de seguridad fuera un mero capricho burocrático.
Homologaciones internacionales y menos controles locales
Con la flamante Resolución 222/2025, se amplió el listado de organismos que pueden homologar autos y piezas. Hasta ahora, esa tarea estaba en manos del INTI y el IRAM. Desde esta semana, se suman certificaciones emitidas por entidades extranjeras reconocidas por la ONU, laboratorios acreditados por el Organismo Argentino de Acreditación y organismos que cumplan la norma ISO 17025.
El cambio permite, en los papeles, que cualquier vehículo homologado afuera pueda circular en Argentina con una simple VTV local. Desde el sector automotor advierten que esto podría generar un mercado paralelo de importaciones y un riesgo en términos de estándares técnicos y de seguridad vial.
Autos usados para todos… o para nadie
Sturzenegger dejó picando otra idea: permitir que cualquiera pueda importar autos usados, más allá de los clásicos o los que traen quienes vuelven de vivir afuera. Habló de hacerlo bajo “condiciones más amplias”, aunque no explicó cuáles.
Queda por ver qué va a pasar con los impuestos y si las marcas que tienen la representación oficial en Argentina van a dejar pasar estos autos o van a poner trabas. Por ahora, el Gobierno sigue levantando controles en nombre de la libertad de mercado, y las consecuencias –como siempre– quedan a la buena de Dios… o del mercado.