Con la declaración del estado de “alerta y movilización” y la exigencia de “urgente convocatoria a paritarias salarial y pedagógica”, la Unión de Docentes Argentinos marca el rumbo de la burocracia sindical para tratar de recuperar representatividad frente al avance de los Autoconvocados.
Al exponer el desacople entre las conducciones y sus bases, el volumen de la marcha articulada en torno a los reclamos de los Autoconvocados el 24 de mayo dejó planteado un problema de legitimidad que amenaza la posición de los gremios como interlocutores de la patronal, que es el Gobierno.
La movilización obligó al Gobierno a recular con un decreto que los docentes sentían como una agresión y un retroceso de sus derechos laborales.
Logrado este objetivo, los Autoconvocados decidieron no participar de la marcha organizada para el sábado siguiente por otras organizaciones, también disidentes del sindicalismo oficial pero pertenecientes a otros enclaves del Estado. En el anuncio de esta decisión, remarcaron que su intención es continuar con la tarea de organización para obtener la personería gremial.
El conflicto se despeja: los Autoconvocados buscan pelearle la representación al resto de los sindicatos docentes, con el derecho ganado por haberse mostrado más eficaces para satisfacer demandas puntuales del sector.
De ahí el pronunciamiento de UDA, con una amplia, variada y minuciosa agenda que va de lo salarial a lo pedagógico, pasando por los supuestos destratos en las oficinas de Reconocimiento Médico.
En la disputa con los Autoconvocados se replica la estrategia clásica: escalar en las exigencias al Gobierno, en una competencia demagógica entre las distintas organizaciones para ver cual pide más, independientemente de las posibilidades de que la patronal cumpla con los reclamos.
Es una lógica divorciada de la realidad, encaminada a retener o capturar afiliados, sobre la que sobran los antecedentes. Da lo mismo qué se pida: la cuestión es no quedar a la zaga del contendiente.
La discusión se desmadra hacia los imposibles y las quimeras, con un resultado previsible: el abordaje y la eventual solución de los problemas se posterga, hasta que, tras muchos y desgastantes cabildeos, se alcanza alguna precaria tregua siempre circunscripta a lo salarial y con el compromiso, nunca cumplido, de comenzar de discutir otros asuntos en el próximo turno.
La irrupción del fenómeno libertario introdujo por otra parte la novedad del retaceo de fondos nacionales específicos para los sistemas educativos provinciales y una disparidad significativa entre las actualizaciones salariales nacionales y provinciales. La última actualización de los docentes universitarios, por ejemplo, fue del 1,3%, por debajo de la provincial.
El detallado planteo de UDA podría ser el de cualquiera de los gremios acechados por el crecimiento de los Autoconvocados incluso por una omisión para nada menor: no menciona la caída de la matrícula de alumnos, producto a su vez de una pronunciada reducción de la tasa de natalidad, que en Catamarca ronda el 50%.
Es un problema de primer orden que los gremios se resisten a enfrentar. Hay un desfasaje entre la cantidad de horas y docentes y la cantidad de alumnos que se incrementa año a año. ¿Qué hacer ante este fenómeno?
No se trata de que sobren docentes. Podría tal vez reducirse la relación entre cantidad de alumnos por docente en beneficio de la calidad educativa, pero en cualquier caso es algo que debe comenzar a discutirse con seriedad para adecuar el sistema a la realidad. n