En Netflix, un Corazón delator y previsible, con Benjamín Vicuña y Julieta Díaz

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Sin saber nada de la trama de Corazón delator, la película con Benjamín Vicuña y Julieta Díaz que acaba de estrenar por Netflix, cuando Juan Manuel (Vicuña) se toca el pecho mientras maneja podemos intuir que algo con su órgano bombeador de sangre va a ocurrir.

Y cuando casi en paralelo otro personaje que acabamos de conocer, Pedro (Facundo Espinosa) tiene un accidente automovilístico manejando su moto, bueno, es previsible que el corazón de uno vaya al cuerpo del otro.

Sobre todo porque no van a dejarnos sin Vicuña cuando el chileno encabeza el elenco.

“Muerte cerebral”, le dice con menos tacto que un proctólogo la enfermera que atiende a Valeria (Díaz), la por entonces esposa de Pedro, pronto a convertirse en viuda el mismo día que festejaba, ella, su cumpleaños. Sin más preámbulos, la enfermera le pregunta si va a donar los órganos de su marido.

Valeria y Juan Manuel: él tiene el corazón donado del esposo de ella, que no lo sabe. Fotos Netflix

Como el tema de Soda Stereo

Corazón delator, que sí, en algún momento vamos a escuchar la voz de Gustavo Cerati entonando el tema homónimo de Soda Stereo, toca el tema de la donación de órganos. Pero no lo profundiza. Es apenas una excusa para que los personajes de Díaz y Vicuña se relacionen en un futuro inmediato: el mundo es un pañuelo.

Igual, era probable que Valeria y Juan Manuel se cruzaran sin necesidad de que hubiera un corazón de por medio. Ella vive en El progreso, un asentamiento (“un barrio”) del Gran Buenos Aires que está a punto de desaparecer con las topadoras de la empresa constructora que preside él. El intendente -quiso la casualidad que se apellide Moretti, como el presidente de San Lorenzo, con problemas en la Justicia- parece un insensible, y la empresa de Juan Manuel, lo mismo.

Pero estos personajes que están casi en los dos extremos de la escala social, se conocen. Será porque el corazón del albañil que ahora late en Juan Manuel es más bondadoso, o porque el sopapo que se dio al darse cuenta que estuvo a punto de morir hace más sensible, reflexivo o como quieran decir al protagonista, que sin decirle nada a nadie, deja su Audi a metros de El Progreso y se arremanga y se pone a ayudar a levantar en el barrio una salita de emergencias, la que, según Valeria, puede detener la demolición que se viene.

Vicuña: su personaje tiene una segunda oportunidad. ¿La va a desaprovechar?

A que pasa esto…

El gran problema con Corazón delator es que es absolutamente previsible. Todo. Cada escena que comienza, uno ya sabe cómo va a terminar. Si nadie sabe dónde está el hijito de Valeria, lo adivinaremos y también sabremos de antemano quién lo va a encontrar.

Lo mismo con Juan Manuel, que se va a enamorar de Valeria, y ella de él, pero ¿qué hará ella cuando se entere que su amado es el dueño de la empresa que va a destruir su vivienda? Sí: eso que ustedes imaginan.

Valeria (Julieta Díaz) ¿qué hará cuando se entere quién es Juan Manuel? ¿Eh?

Es el tercer Corazón de Carnevale, tras Corazón de león y Corazón loco, un director que supo sostener la cuerda dramática en Elsa y Fred, en Anita y en Goyo, y que aquí va por el camino menos trillado, el de la fórmula repetitiva, el de contraponer la vivienda lujosa de uno y la casita de la otra; el egoísmo de los empresarios -seguramente arreglados con los políticos- versus la solidaridad de la gente pobre pero honrada; y el contar con un elenco de figuras populares y que, se nota, hacen lo que pueden con personajes arquetípicos.

“Corazón delator”

Regular

Drama. Argentina, 2025. 89’, SAM 13. De: Marcos Carnevale. Con: Benjamín Vicuña, Julieta Díaz, Peto Menahem, Gloria Carrá, Julia Calvo, Yayo Guridi, Bicho Gómez. Disponible en: Netflix.

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