Por Marcelo Carabajal
Los restos de la catamarqueña Aída Villegas fueron identificados en el Pozo de Vargas, en la provincia de Tucumán. La joven fue desaparecida durante la última dictadura militar. A Aída la sacaron de la casa de su abuela, ubicada en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Ocurrió el 2 de noviembre de 1976. Se la llevaron varios militares. Ella estaba en aquella ciudad porque se encontraba cursando la carrera de Psicología. Logró recibirse a los 22 años. Ya tenía previsto viajar a Venezuela para radicarse allí con su pareja. De hecho, había comprado el pasaje, pero fue raptada. Así lo confirmó ayer Claudia Villegas, hermana de Aída, en exclusiva a El Ancasti.
El último viernes, Claudia recibió una noticia que esperaba desde hace décadas. Un amigo de Aída trajo la novedad. Este amigo les entregó el informe del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). El informe les dio una certeza: esos restos son de Aída. Esto generó una gran conmoción en la familia, pero también impactó en la comunidad catamarqueña. Esto pudo verse en las publicaciones y los comentarios que se publicaron en las redes sociales. Ayer por la tarde, Claudia y su hija, Clarisa Roberts, abrieron las puertas de su casa a este diario y brindaron una entrevista en la que explicaron cómo se dieron los hechos. “Para mí fue un cúmulo de sorpresa, emoción, alegría y tristeza. Aída era sumamente solidaria, muy dulce. Aidita desaparece el 2 de noviembre del 1976. Aída se acababa de recibir de psicóloga”, indicó Claudia. Ella, además, habló del modo en que se llevaron a Aída. “Fue sangriento.
A la siesta. Evidentemente fue un operativo grande, creo que habían empezado el día anterior porque se llevan a varias familias. Recuerdo que habíamos almorzado, vivíamos junto con nuestra abuelita en Tucumán. Luego de almorzar, tuvimos una sobremesa como todas las sobremesas de todos los días, que eran hermosas. Se hablaba mucho, nos reíamos mucho. Jorgito, mi hermano, salió a la facultad. Yo tenía un turno médico. Salimos junto con Jorge. Mi abuelita queda durmiendo la siesta. La puerta había quedado abierta porque iba una señora que nos ayudaba. Entraron. Eran como siete o más. Mi hermana Aída dormía la siesta. La habían encontrado (a Aída) en la primera pieza, donde ella duerme la siesta. La habitación quedó dada vuelta. Evidentemente la picanearon con electricidad. La funda de la almohada parecía que la habían metido a un balde con tinta roja. Cuando ya se iban los tipos estos, le dicen a mi abuela ‘venga vea que no nos llevamos nada’. Entonces mi abuela le dice ‘se llevan a mi nieta (por Aída)’. Después supe por el vecino del frente que él la ve cuando la sacan a Aída totalmente ensangrentada y que había tres o cuatro Falcon con bultos. Esos bultos eran gente”, recordó.
En la oportunidad, fue consultada sobre aquello que le hubiese encantado decirle a Aída. “Que la amo, que la amé siempre, que la necesito todos los días de mi vida desde que no está”, contestó emocionada.
Clarisa, por su parte, valoró el trabajo que realizó el EAAF. “Fue todo el laburo de sacar el cuerpo del pozo, trasladarlo a Buenos Aires, hacer todo el montón de muestras y de pruebas que tienen que hacer para juntar de un montón de huesos encontrados, cuáles eran todos los de Aída”, destacó.
Clarisa mencionó que, en los cotejos de las muestras de ADN, los resultados arrojaron “más del 99,9 por ciento de coincidencia, con lo cual hay una certeza absoluta tanto genética como antropológica”. Ella explicó que “ahora sigue todo un proceso hasta que podamos encontrarnos con los restos de Aidita, que es un proceso judicial, esto está en el marco de una causa judicial que es el Pozo de Vargas.
El juez tiene que hacer la notificación oficial. Por suerte, como el juzgado de Tucumán tiene un subrogante catamarqueño, nos ofrecieron la posibilidad de que esa notificación la hagamos en Catamarca, con ese juez. Y creemos que es lo mejor para nosotros porque vamos a poder estar más acompañados. Hace más de 40 y pico de años estamos esperando tener aunque sea un pedacito de hueso para decir ‘acá está’ y poder hacer una ceremonia, y tener dónde ir a llevar una flor, a llorarla, de saber que ahí está. Estaba en el Pozo de Vargas, donde la intentaron esconder, debajo de miles de piedras, tierra, pedazos de chatarra y demás. Esto es muy conmocionante”.
Jorge
Claudia habló sobre su hermano Jorge Villegas, quien también fue desaparecido en la dictadura. Él fue secuestrado el 8 de junio del 1977, también en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Para entonces, tenía 19 años y estaba en tercer año de la carrera de Arquitectura. Claudia, Clarisa y toda la familia siguen esperando noticias de él.
Dictadura
El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas se adueñaron del poder en la Argentina por medio de un golpe de estado. El régimen militar, que se autodenominó “Proceso de Reorganización Nacional”, desapareció a 30.000 personas de todas las edades y condiciones sociales. Centenares de bebés fueron secuestrados con sus padres o nacieron durante el cautiverio de sus madres embarazadas.
En la ESMA, Campo de Mayo, Pozo de Banfield y otros centros de detención de la dictadura, funcionaron verdaderas maternidades clandestinas, incluso con listas de matrimonios en “espera” de un nacimiento y unos 500 hijos de desaparecidos fueron apropiados como “botín de guerra” por las fuerzas de represión.n