A finales de febrero el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) logró identificar los restos de Rene Salustiano Ruiz entre los 149 cuerpos que se encontraron en la gran fosa común conocida como “El Pozo de Vargas” en Tucumán. Fue el cuerpo identificado número 120, por lo que quedan por lo menos 29 más por identificar
En tucumán la represión y el plan sistemático de genocidio había comenzado antes, bajo el gobierno constitucional de Estela Martínez de Perón quien envió a militares y policías con el nombre de “Operativo independencia” para “aniquilar a la subversión”. Este operativo fue la antesala, el “ensayo” del golpe que se daría el 24 de marzo de 1976. De hecho, esta parte de Tucuman no conoció la diferencia entre el tiempo constitucional y dictatorial de dicho operativo, ya que las FFAA tomaron el control de todo y se movieron con absoluta impunidad, secuestrando, torturando, desapareciendo.
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El día 23 de marzo entrevistamos a Irene, una de las hijas del “chala”. El 24 ella se fue a Tucumán para reencontrarse con los restos de su padre y luego movilizarse por las calles de dicha ciudad. Mientras que su hija Julia se movilizó en Buenos Aires, junto al Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Aquí reproducimos la entrevista con Irene:
Contanos un poco ¿quién fue tu papá?
Mi papá era un excelente hijo. Muy familiero, divertido, alegre, servicial, lleno de proyectos y sueños. Sobre todo enfocado en nuestro bienestar. Éramos cinco hermanos, ahora quedamos cuatro. Hacía unos meses que nos habíamos mudado a ese pueblo, a Caspinchango, por trabajo en un cargador de caña de azúcar. Y al frente de ese cargadero teníamos nuestra vivienda, así que estábamos prácticamente todo el tiempo con él.
¿Qué te acordás de cuando se lo llevaron? ¿Qué les decían las autoridades en ese momento?
Yo tenía 9 años cuando lo secuestraron. No recuerdo si militaba. Porque yo era chica, no entendía eso. Se lo llevaron violentamente, derribando nuestra puerta, aproximadamente a la una o dos de la madrugada. Desgarraron la ropa que dejamos en una silla preparada para ir a la escuela al día siguiente y con eso lo vendaron, lo amarraron. Y nos amenazaron que no salgamos. Igual pudimos ver cómo lo metían en un camión de militares, violentamente.
Hicimos denuncias. Todos los días nos presentábamos en la base de Santa Lucía y allí nos atendía el teniente Valdiviezo casi siempre. Nos decía que “se fue con los subversivos” o que “se lo llevaron los subversivos”.
Después de que lo secuestraron, este teniente iba casi todas las tardes a casa fingiendo preocupación. Preguntando si sabíamos algo, si ya había vuelto papá a casa. Y bueno nosotras con mis hermanos – eran más chicos que yo, yo soy la mayor, tenía 9 años y la más chiquita tenía 18 meses – a cualquier militar que nos cruzábamos en el camino le preguntábamos, le decíamos cómo se llamaba papá, le preguntamos si lo habían visto en algún lugar. Y siempre nos decían que no. Que ellos no llevaban a nadie, que ellos no secuestraban gente, que seguramente se fue con los subversivos.
(Nota del autor: el teniente Ariel Orlando Valdiviezo llegó a Tucuman en Enero de 1976 enviado por el gobierno de Maria Estela Martinez de Perón para ser parte del llamado “Operativo Independencia” que llamaba a “aniquilar a la subversión”. Luego continuó con su aniquilación durante la dictadura. Fue condenado en 2013 en la megacausa Jefatura-Arsenales a 14 años de prisión por asociación ilícita, tormentos agravados, torturas seguidas de muerte, homicidio agravado por alevosía en perjuicio de diez personas. Y en 2014 fue condenado con prisión perpetua por ser el autor material del asesinato de Osvaldo de Benedetti. En 2016, como tantos otros genocidas, fue beneficiado con prisión domiciliaria. Murió a los 79 años sin decir dónde estaban los compañeros que fueron desaparecidos bajo su mando.)
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Decían eso pero a nosotros también nos tuvieron secuestrados, aún siendo niños. Una noche en la que prácticamente cargaron a todo el pueblo, nos llevaron en los camiones. Creo que son 9 km desde el pueblito a la base que tenían en Santa Lucía. Nos tuvieron toda la noche a nosotros tirados en una galería. Hacía frío, era a fines de mayo. A la madrugada nos soltaron y nos mandaron caminando. Tuvimos que caminar esos nueve kilómetros por el medio de los cañaverales. En un momento nos salieron los militares, nos apuntaron con armas. Siendo niños nos obligaron a levantar los brazos como si fuéramos delincuentes.
Cuando secuestraron a papá, mi mamá tuvo que salir a trabajar. Y nosotros quedábamos prácticamente solos. Yo tenía 9 años y mi hermana más chiquita 18 meses. Yo me encargaba de cuidar a mis hermanos más chicos, de cocinar, de ir a la escuela, de llevar a una hermana más chiquita a lo de una vecina, de ir a buscarla.
Y había un médico ahí, en Teniente Berdina, que nos empezó a visitar, a revisar, a regalarnos golosinas, nos examinaba. Hasta que un día nos propuso que vayamos a vivir con una familia militar. Y yo le dije que no. Que yo los odiaba porque se habían llevado a mi papá.
Y me dijo “no, a tu papá no lo llevamos, porque nosotros no llevamos gente. Tu papá se fue con los subversivos”. Entonces yo le conté a mi abuela y sé que mi abuela hizo una denuncia pero no sé bien en qué organismo de Derechos Humanos y este señor no nos visitó más.
También fuimos separados nosotros los hermanos porque mi mamá tenía que salir a trabajar. Y bueno nos mandaron a algunos con la abuela, a dos con los tíos. Y así estuvimos prácticamente separados. Hasta que fuimos adultos y nos empezamos a vincular nuevamente, a estar más unidos, a visitarnos.
¿Cómo fue la pelea por encontrarlo?
Mi abuela hizo denuncias por todos lados. Lo buscó incansablemente hasta el último suspiro de su vida. Lo buscó donde le decían que había posibilidad de que alguien sepa algo, de que alguien haya visto. Ella iba. Iba y buscaba y preguntaba. Y bueno nunca pudo saber nada.
¿Qué sentiste cuando te enteraste que finalmente lo encontraron?
Cuando nos avisaron que encontraron sus restos fue terrible. A mí me dio mucha angustia, sentí que lo estaban matando nuevamente. Pensar en las torturas que todos sabemos que hacían, fue terrible. También satisfacción de saber que ahora teníamos sus restos. Que le vamos a poder dar una sepultura como corresponde, vamos a tener un lugar donde llevarle una flor.
¿Cómo sigue ahora la pelea por Memoria, Verdad y Justicia? ¿Qué les dirías a quienes desde el poder político niegan el genocidio llevado adelante por la dictadura?
La pelea sigue. Se sigue luchando con iniciativas y actividades para preservar la memoria y buscar justicia para las víctimas de la dictadura.
¿Pueden negar la estrategia política de la última dictadura militar con un plan de enterrar ideologías? No. El pueblo argentino con memoria va a recordar siempre las desapariciones forzadas, torturas, atrocidades que se llevaron a cabo en un plan sistemático. Que claramente fue genocidio.
¿Qué mensaje le dejarías a la juventud para este nuevo 24 de Marzo, a 49 años del golpe?
A la juventud este 24 de marzo quiero decirle que lean la Historia. Que hablen con la gente mayor que vivió esas experiencias en la última dictadura. Que se informen siempre, que no permitan que se repita la Historia. Que no permitan que nos quiten los derechos.
Que sean valientes como lo hicieron las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo en aquella época, circulando sin miedo y organizadas. Que mantengan viva la historia.
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