Curas acusados por abuso fueron referentes de grupos juveniles

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“Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos”, se lee en Mateo 19,14. Niños, niñas y adolescentes forman parte del grupo socialmente vulnerable y cuentan con varias leyes, tanto internacionales, nacionales como provinciales, para su protección. Tanto la religión como la ley reconocen que se trata de personas inocentes y vulnerables. Los grupos infantojuveniles resultan un espacio propicio para encontrar a sus víctimas.

Renato Rasgido, Juan de Dios Gutiérrez y Eduardo López Márquez fueron acusados por abuso sexual. Rasgido y Gutiérrez ya pasaron por el banquillo de los acusados y fueron declarados culpables. Gutiérrez se encuentran cumpliendo condena en el Servicio Penitenciario Provincial, en Capayán. Rasgido aún mantiene la libertad porque su fallo aún no está firme. La Corte de Justicia en diciembre último confirmó la condena pero la defensa de Rasgido realizó un último intento para que la Corte Suprema de Justicia de la Nación revea el caso. López Márquez se encuentra a la espera del juicio. Va a ser el primer sacerdote acusado por abuso sexual en ser sometido a un juicio por jurados en la provincia y en el país.

Los tres sacerdotes fueron referentes de grupos infantojuveniles. De por sí, la sotana impone un respeto en la sociedad y pertenecer a estos grupos facilitó alguna posibilidad de acercarse a sus víctimas.

En 2012 en Andalgalá, Renato Rasgido ultrajó a un chico. «Era el más chico y el más humilde del grupo», había declarado el joven que acusó al sacerdote en marzo de 2014. Rasgido fue el primer sacerdote en Catamarca en ser denunciado por abuso sexual. Era el cura párroco de Andalgalá y también estaba en contacto con niños y adolescentes. “El padre comenzó a prestarle más atención porque era el más chico y humilde del grupo, empezó a acercarse a él”, se advirtió en los fundamentos de la condena.

“El imputado José Renato Rasgido, valiéndose de su condición de sacerdote, manipuló deliberadamente al chico por medio de regalos y ayudas económicas, aprovechándose de su situación de vulnerabilidad con el claro y único fin de satisfacer sus deseos sexuales. En tal empresa, evidenció una clara obsesión por el adolescente, mediante un hostigamiento y control permanentes no sólo por vía telefónica sino en los diferentes ámbitos en los que frecuentaba. Ante la resistencia del adolescente tuvo que recurrir a la violencia y amenazas para doblegar su voluntad a fin de concretar su designio criminal. Es un delito doloso”, detalló.

“Cuando tenía 12 años se aprovechó de mí y de mi niñez. Hoy puedo decir que soy más grande y pude hacerle frente, pude enfrentarlo y le gané. Le gané la pulseada”, expresó su denunciante al conocerse la condena para Rasgido.

En octubre de 2014, Juan de Dios Gutiérrez fue ordenado como sacerdote. El obispo Luis Urbanc ofició la ceremonia religiosa en la Catedral Nuestra Señora del Valle. Gutiérrez había cursado sus estudios en el Seminario Arquidiocesano de Tucumán. Al regresar, fue diácono en la parroquia Nuestra Señora de Belén, su lugar de origen. A las pocas semanas –finales de 2014-, el párroco Gutiérrez era coordinador del grupo de Jóvenes Unidos por Amor a Cristo (JUPAC). En ese espacio destinado para los adolescentes, Gutiérrez conoció a su víctima. Ella era una chica de 16 años.

De acuerdo con el expediente de la causa, la adolescente concurrió a la iglesia buscando contención y comprensión dentro del ámbito de confianza que el cura le brindó. Sin embargo, ese vínculo fue mutando de una relación fraternal (padre-hija), en la que la víctima había depositado toda su confianza en el adulto asesor del grupo, para transformarse en una relación con componentes eróticos y sexuales. “Gutiérrez se valió de su investidura sacerdotal para dominar y manipular la psiquis y los sentimientos de la adolescente, aprovechándose del estado emocional de vulnerabilidad en el que se ella encontraba”, se detalló.

Cuando la chica ingresó al grupo juvenil religioso se encontraba en una situación de vulnerabilidad, sumado a su adolescencia y otras circunstancias. El cura se aprovechó de esta situación. Gutiérrez comenzó a manipularla. En septiembre de 2015 (a menos de un año de haberse ordenado como sacerdote), el cura Gutiérrez consumó el abuso.

“Le hizo creer que le brindaba apoyo y contención, fue seduciéndola, manipulándola, cosificándola y de a poco, bajo el lema de que la prepararía para ser mujer y de que todo se perdona con la confesión, fue logrando sus libidinosos objetivos”, se remarcó.

Eduardo López Márquez fue denunciado a finales de 2021. Tras varias instancias, su causa se tramita en la Oficina de Gestión de Audiencias (OGA) del Poder Judicial para ser juzgado en un juicio por jurados. Su denunciante tenía entre 12 y 13 años –entre 2002 y 2003- al momento de los ultrajes. López Márquez lo conocía porque era un allegado de su familia. Esta cercanía posibilitó un vínculo de confianza con la familia de la víctima.

Este sacerdote durante varios años fue el referente del grupo juvenil Servidores Marianos. Estuvo en la Pastoral de Juventud hasta principios de 2002, cuando fue apartado y trasladado a otros destinos dentro de la Diócesis catamarqueña.

Condenados

  • En abril de 2021, la Cámara de Sentencia en lo Criminal de Tercera Nominación halló culpable a Juan de Dios Gutiérrez por el delito de «abuso sexual con acceso carnal agravado por ser ministro de un culto religioso» y lo condenó a la pena de 12 años de prisión. En diciembre último, la Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la condena.
  • El 3 de abril pasado, la Cámara de Sentencia en lo Criminal de Segunda Nominación declaró culpable al cura Renato Rasgido en dos hechos de “abuso sexual simple” y dos hechos de “abuso sexual con acceso carnal”, ambos “agravados por ser ministros de culto”. El Tribunal impuso una pena de 15 años de prisión aunque mantiene la libertad hasta que el fallo quede firme.

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