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Editorial
En momentos en que se esperaba con expectativa la difusión del índice de inflación de febrero, que fue superior al 2% pese a la esperanza oficial de que perforara ese piso, se conoció un dato muy preocupante, porque marca una tendencia que es reflejo de las consecuencias del plan económico aplicado por el gobierno de Javier Milei: el desempleo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) creció más del 50% en el último año y saltó del 4,6% al 7,5%. Es decir que en apenas 12 meses, desde el último trimestre de 2023 hasta el mismo periodo de 2024, se sumaron 38.000 nuevos desocupados.
Si bien la estadística se reduce a la ciudad de Buenos Aires, la realidad económica imperante habilita a presuponer que se trata de un fenómeno que abarca a todo el país, aunque habrá que esperar las cifras nacionales para constatar los porcentajes de aumento en la Argentina en general y en cada una de las jurisdicciones provinciales.
Los últimos datos nacionales disponibles son del tercer trimestre, esto es, del período que va de julio a septiembre del año pasado. Entonces, la tasa de desempleo fue del 6,9%, lo que significa una suba de 1,2 puntos en comparación con los datos de periodo similar, pero de 2023.
Los expertos en la problemática entienden que hay dos causas principales de este notable aumento de la desocupación. Por un lado, la caída de la actividad económica, que ha producido el cierre de numerosas empresas durante el primer año del gobierno libertario, especialmente pequeñas y medianas. Según datos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), durante el primer año de Milei en el gobierno se cerraron 12.638 empresas, la inmensa mayoría pymes, y se perdieron aproximadamente 243.000 puestos de trabajo. En términos sectoriales, el rubro de transporte y almacenamiento sufrió la mayor disminución, con 2.564 empleadores menos. Le siguieron el comercio mayorista y minorista, con una reducción de 2.262 empresas, la construcción, que perdió 1.515 empleadores, y los servicios profesionales, científicos y técnicos, con una caída de 1.449 empresas.
Por otro lado, la caída del poder adquisitivo de los salarios ha provocado que sean más las personas que buscan empleo, incluso las que ya están ocupadas y procuran encontrar otro trabajo para completar un ingreso que les permita llegar a fin de mes.
Las perspectivas no son demasiado alentadoras. Lejos del anunciado por el gobierno rebote económico en V, la economía, aunque paró de caer, aún no muestra signos de reactivación. La gestión económica considera la inversión como el principal motor de la recuperación económica. En un marco de formidable ajuste fiscal, la inversión real directa del Estado argentino, el año pasado, fue la más baja en los últimos 20 años. Y la inversión privada también, con una caída respecto de 2023 del orden superior al 13%, según los datos publicados por la consultora Orlando Ferreres y Asociados.
La falta de inversión, la caída del consumo por los bajos salarios y una economía que permanece con signos de estancamiento explican por qué el desempleo vuelve a formar parte de las preocupaciones de los argentinos.