La improvisación criolla y el freestyle urbano encontraron un punto de encuentro en Catamarca. El payador Miguel Arévalo, reciente campeón internacional del género, y el rapero y host de batallas Jonathan Vega (Jona) trabajan juntos para acercar la cultura improvisada a las nuevas generaciones y pelear por más espacios en la escena local.
Arévalo, que este año se convirtió en el primer campeón internacional de payada del NOA desde 1880, cuenta que esta unión surgió de una necesidad común: “Este arte ha sido marginado, subestimado y desplazado de los escenarios. Acá no tenemos lugar para presentarnos si no es para el Día de la Tradición o porque Jona organiza una batalla de rap”, mencionó.
La iniciativa incluye proyectos comunitarios, capacitaciones y el objetivo principal de crear un taller permanente en la Casa de la Cultura, donde la payada y el freestyle puedan convivir, aprender y sostenerse en el tiempo. “Me parece injusto que tengamos que esperar todo un año para ir al Poncho. Los que cantan chamamé o bailan danza tienen más oportunidades, y nosotros también somos parte de la cultura”, afirmó.
Miguel también impulsa un proyecto para el Hospital de Niños, donde planea presentarse con un personaje propio (Juan Pueblo( y un quirquincho articulado de madera llamado El Peludo Nicanor. “Voy a llevar aventuras, música y ese encuentro que la payada habilita”, describió.
Junto a Vega desarrollan talleres lírico–poéticos orientados a la improvisación en la Escuela de Ciegos Santa Lucía de Siracusa, además de encuentros en plazas públicas.
La historia detrás del campeón
Arévalo recuerda que su vínculo con la tradición empezó en la infancia: “Aprendí a tocar la guitarra a los ocho años porque en la casa de mi abuelo se hacían riñas de gallos, se jugaba a la taba, caían hombres a caballo y guitarreaban. A mí eso me generaba una admiración enorme”. Su despertar como improvisador llegó a los 14 años. Desde entonces dedicó su vida a la tradición.
Su camino competitivo comenzó en Ensenada, un escenario histórico para la payada argentina. En 2019 salió cuarto; un año después, tercero; después, segundo. Este año el título llegó: “Se me tenía que dar. Soy el único representante joven del norte que está saliendo a certámenes. Y quiero dejar una huella: demostrar que no hace falta nacer en Buenos Aires para ser campeón de la payada”.
Del freestyle al escenario: la historia de Jonatan Vega
La otra punta del puente cultural es Jonathan Vega, quien creció escuchando hip hop desde los seis años, influenciado por su hermano mayor. A los 15 empezó a componer, pero su relación profunda con la música nació tras atravesar una depresión: “Esta cultura me ayudó a canalizar todo lo que me estaba pasando. Con las batallas pude liberar muchas cosas”, compartió.
Hoy es el host de los eventos de freestyle más importantes de Catamarca, con intervenciones en la Alameda, ciudades del interior y competencias en Tucumán. «Mi rol es que los MCs y el público estén con toda la energía. Quiero seguir afianzando esta cultura y dejar mi esencia”, explicó.
Su unión con Arévalo se dio de manera natural: “Los payadores y los raperos hacemos cosas similares, pero también diferentes. Ellos manejan consonancias y una métrica estricta; nosotros hacemos asonancias y asimetrías. Pero ambos improvisamos, dialogamos y creamos desde el instante”.
La defensa de una tradición que se niega a desaparecer
En su reflexión final, Arévalo plantea una definición que atraviesa toda su historia: “El payador es como el viento: si no se mueve, no existe. Yo elegí la libertad del camino porque quiero dejar huella. El norte también tiene payadores y puede tener campeones”.
Y sobre la evolución de la tradición en Catamarca agregó: “Se ha perdido mucho. El estilo, la cifra, el balcesito criollo. Por eso recorro el interior entrevistando a quienes todavía conservan esas formas. Vivo con ausencias, pero también con la certeza de que esto vale la pena”. Asimismo, recordó a payadores catamarqueños que forman parte del legado de José Domingo Díaz, Desiderio Páez y Juan Alfonso Carrizo. Payadores con mucha historia, olvidados.
